HISTORIAS DE ALGECIRAS | EL TRIENIO LIBERAL

Algeciras pide la habilitación del Puerto

  • El fondeadero algecireño mantenía una pujante actividad que llevó a las autoridades locales a pedir su desarrollo

Una de las fuentes públicas en la Algeciras de la época.

Una de las fuentes públicas en la Algeciras de la época.

Como así ocurriera en el pasado próximo, nuevamente el consistorio local vuelve a tener problemas con la Administración provincial al considerar esta, que: “Las cuentas de sus Propios de los años de 1813 al 1817, expuestas públicamente en 26 de Junio, según una vista de la Contaduría de Propios, dichas cuentas fueron dirigidas al Excmo. Sr. Gefe Superior Político para que se sirviera disponer su reforma, y otros requisitos se diga al Ayuntamiento de Algeciras, que si se las han devuelto para los fines indicados, las remitan en el término de un mes, nuevamente realizados los particulares que les están prevenidos”.

En otro orden de asuntos importantes para nuestra ciudad, durante aquellos años en los que España estuvo bajo el régimen constitucional del doce, el Ayuntamiento de la calle Ancha creyendo firmemente en las posibilidades de su fondeadero, envía un memorándum a las altas instancias de la provincia que obtiene la siguiente respuesta: “En vista de la exposición del Ayuntamiento de Algeciras en que solicita la habilitación de aquel Puerto acordó la Administración que debía oírse sobre el asunto al Tribunal del Consulado, y la Comisión de Comercio que se haya establecida para atender el proyecto de mejoras sobre este ramo”. Desgraciada e independientemente de las etapas políticas que jalonarán todo el siglo XIX, la gran mayoría de los sucesivos proyectos presentados para potenciar el puerto de Algeciras quedarían guardados en los cajones de las distintas administraciones.

Pero lo cierto era que el fondeadero algecireño mantenía, una cada vez más pujante actividad comercial, no solo con los principales puertos de la península, sino también con otros de Ultramar. Además, de ser obligado anclaje para los navíos de guerra o mercantes por estos derroteros: “En Algeciras se dice, está fondeado el bergantín de guerra español, Jasón […], bergantín español S. Manuel, cap. Dn Francisco Bombar, de Algeciras […] con aguardiente, jabón y papel […], bergantín español, S. Cristo del Buen Viaje, cap. Dn Joaquín Gomila, de Málaga y Algeciras con frutos para América”.

También durante aquel primer año de constitucionalidad, el Jefe Superior Político envió a los Jefes de cada Partido de la provincia el siguiente escrito: “En vista de las Exposiciones hechas por Dn José María Soonet, encargado de la Caja de Quintos de Andalucía, y en el que manifiesta se halla esta Provincia en el descubierto de tan solo 13 hombres, de su cupo […] en Cuanto el Capitán General remita los expedientes y demás documentos que existan en la extinguida Junta de Agravios se procederá a reconocerlos y determinar lo que corresponde a cada caso, con respecto a los Reglamentos vigentes, dándosele aviso al citado señor de los resultados para los efectos consecuentes”. Curiosamente muchos exigían la revolución y pocos prestar sus servicios para mantenerla.

La mayoría de proyectos para potenciar el puerto quedaron guardados

El rápido cambio de sistema de gobierno, mantiene normas del periodo absolutista que los algecireños entienden no estar obligados a cumplir, según se desprende del siguiente documento: “El Ayuntamiento de Algeciras no ha podido verificar el último reparto de 1.352 fanegas de sal, por creerse el vecindario exento en el actual sistema”. El consejo local, sin base normativa, remite el asunto a la Administración provincial; la cual sin saber que responder: “Envía el asunto a la Comisión de Contribución para que se pronuncie”.

Por otro lado, y ante el caos estructural que parece sufrir la Administración del Estado en aquel primer revolucionario año, el responsable postal en nuestra ciudad remite el siguiente escrito a sus superiores: “Para que se prevenga á este Ayuntamiento, el no estar su casa-administración pensionada de alojamiento como se previene en las ordenanzas de su destino. Fdo. El Administrador de Correos de Algeciras”. En definitiva exigía que el municipio asumiera el coste económico de su alojamiento según estaba regularizado.

Siguiendo con los efectos de inseguridad legal, un vecino de Algeciras, que con anterioridad se había puesto en contacto con los órganos de la administración, remite instancia que una vez recibida produce la siguiente respuesta: “Presentada solicitud de Dn Gerónimo Caballero, de Algeciras, reiterando otra en que pedía: las notas de las Reales provisiones que afianzan su posesión, y deben existir en el Ayuntamiento de Los Barrios”. La instancia pasó a la Comisión de Justicia junto con sus antecedentes.

Mientras tanto, el industrial algecireño Antonio Camallo, quién, cansado de reclamar a los órganos intermedios el pago de lo suministrado, y contando con “posibles” para ello: “Otorgó representación al abogado vecino de la villa y Corte de Madrid, Dr. D. Ignacio Sandino, para solicitar en su nombre ante los órganos del Estado el pago de ciertos créditos que tiene contra la Nación de suministros en el favor de la misma”. Fue directo al grano.

De regreso a la falta de orden público y la inseguridad en los caminos, el Jefe Político del partido de Algeciras, recibe la siguiente comunicación: “Real Orden de 13 de Julio por la que los Gefes Políticos en unión a las Diputaciones propongan los medios que crean más adecuados para extinguir á los malhechores que infectan los Caminos”.

Había normas absolutistas que los algecireños pensaban que no debían cumplir

Se recuerda que el Jefe del Partido de Algeciras y el propio Ayuntamiento de la ciudad, reclamaron ayuda económica para “vestir y armar” a las Milicias; sin que aún hubiese llegado respuesta alguna. Mientras se esperaba la reseñada contestación, el Consistorio algecireño recibe la instancia de Fernando Díez del Real, quién en nombre de su hermano Francisco, solicita: “Que el Ayuntamiento de Algeciras le abone ó admita en pago de la contribución 7.433’28 reales que le adeudan por suministros hechos á las tropas”. La Alcaldía algecireña remite la solicitud a la Comisión Provincial de Contribuciones para que se pronuncie.

La falta de claridad en las competencias de los nuevos procedimientos y órganos administrativos creados, generan controversias como la siguiente: “El Gefe Político Subalterno de Algeciras, remitió al Excmo. Gefe Superior de la Provincia, antecedentes de contribuciones del Consejo de Sn Roque, respondiéndole que no está en sus atribuciones la aprobación de los arbitrios que propone aquel Ayuntamiento, para con ello atender los gastos de Sanidad, y ser contrario al actual sistema, por cuya razón podía haber omitido la remisión de tales documentos y por ese medio evitar el negarlo ahora”.

Presencia de barcos de la zona en los movimientos del puerto de Cádiz. Presencia de barcos de la zona en los movimientos del puerto de Cádiz.

Presencia de barcos de la zona en los movimientos del puerto de Cádiz.

De regreso a la vida cotidiana en nuestra ciudad, y su relación con los nuevos modos de proceder de la Administración, se admite la queja de un algecireño que consideró un agravio su incorporación a filas: “El Ayuntamiento de Algeciras, pasa a la Comisión de Agravios la reclamación presentada por Dn Antonio Hidalgo, nombrado Quinto por esta ciudad”. Se desconocen los motivos alegados por el solicitante.

De vueltas a la falta de orden público, uno de sus efectos fue el rápido aumento de la población reclusa en la cárcel municipal algecireña, obligando al consistorio local a remitir a las autoridades provinciales el siguiente escrito: “El Ayuntamiento de Algeciras pide la aprobación del señalamiento que interinamente ha hecho el Alcaide de la Cárcel de 10 reales diarios de los fondos de Propios, hasta tanto remita su reglamento”. La premura de la situación estaba por delante de la aplicación de una normativa aún pendiente.

El diario mantenimiento de los reclusos por el municipio local, no era el único problema que arrastraba la Casa Consistorial ubicada en la calle Ancha, siendo el siguiente de una mayor afectación en general para la ciudadanía: “Exposición que remite y hace el Ayuntamiento de Algeciras pidiendo se apruebe la disposición que ha tomado para componer las fuentes públicas por la necesidad que se hallaban de ser reparadas”.

Por aquellos días, un vecino del Partido de Algeciras a través del consistorio de su vecindad, recibe respuesta a la reclamación que interpuso tiempo atrás: “En vista de los Informes dados por los Ayuntamientos de Algeciras, Sn Roque y Los Barrios, sobre la instancia de Dn Antonio Priego, por no haberlo ocupado en clase de Alarife y Agrimensor para los referidos Pueblos, se ha acordado […] que los Ayuntamientos están en libertad para valerse de los profesores que merezcan su confianza, y solo puede exigírsele que estén autorizados con títulos”. Añadiendo el dictamen del órgano superior: “Así que Dn Antonio Priego no puede quejarse de los procedimientos de dichas Corporaciones, por lo menos mientras no haga constar que se han valido de individuos desautorizados para ejercer las profesiones indicadas”.

Al mismo tiempo que el aspirante al puesto de “alarife del Partido” recibe respuesta a su pretensión, el asunto de la sal y su reparto, vuelve a la actualidad municipal algecireña: “El Ayuntamiento de Algeciras remite escrito exponiendo no haber podido verificar el último reparto de 1.352 fanegas de sal por creerse el vecindario exento en el actual sistema […] aunque gradúa evidente las razones que expresa, pues el Pueblo no puede prestarse con gusto á recibir á 5 ó 6 reales lo que se vende públicamente á real […], se acuerda que el Ayuntamiento realice el citado reparto de la sal, mediante á que está todavía en su fuerza y vigor, hasta que las Cortes resuelvan sobre el particular”.

Como respuesta a la falta de seguridad en los caminos, el Jefe Político del Partido algecireño, recibe la siguiente: “R.O. Ministerio de la Gobernación de la Península, se comunica informe sobre medio extinguir á los malhechores […], y ha acordado como principal remedio, el establecimiento de una policía reglada y no de mera formula, como es la que generalmente existe en los Pueblos; que también será muy conveniente que se ponga en ejecución el Decreto de las Cortes de 4 de Enero de 1813, expedido para el repartimiento de tierras e igualmente conducente se realice lo prevenido con respecto á sociedades y economías, la organización de Milicia Nacional de Ynfantería y Caballería, y que entre tanto que se establece puedan formar partidas las tropas del Exército, mandadas por Gefes tan conocidos por su celo como por su afecto al sistema Constitucional; afín de que se concilien los interesantes objetos de proporcionar el castigo de los delincuentes y no atropellar la seguridad de los ciudadanos honrados”. En la aplicación de las citadas medidas creían los doceañístas poder encontrar la solución para eliminar el bandidaje, el tiempo demostraría lo contrario.

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