VI Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía

Pugna de cante joven y veterano que para el viento en Algeciras

  • La energía de María Terremoto y Aurora Vargas, frente al asiento de Pansequito y Perico El Pañero

El penúltimo recital del VI Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía se abrió en el parque María Cristina de Algeciras con una sorpresa. La protagonizó el tocaor jerezano Miguel Salado. El intérprete ejecutó una rondeña que ha compuesto especialmente y se llama La fuente de mi inspiración. Otro regalo inesperado a la memoria del genio universal que se homenajea con mayor hincapié si cabe en estos días. 

Salado se caracteriza, al toque, por su velocidad y precisión. Su guitarra tiene el aire de viveza que es característico y tradicional de Jerez de la Frontera. Él, además, ha sabido imprimirle un sello tan personal que está más que solicitado por los cantaores de todo el orbe flamenco. 

El espectáculo fue presentado con solvencia y profusión de datos por Manuel Curao, quien suma treinta años de responsabilidad en la información flamenca de Canal Sur. “Está todo el mundo de la cultura pendiente de lo que viene pasando estos días en Algeciras”, dijo.

El comunicador había pronunciado hasta minutos antes una completa conferencia acerca de la figura de Ramón de Algeciras en el centro documental José Luis Cano, también en el marco de esta cita. 

Tras la sorpresa en forma de rondeña, Curao dio paso a José Cortés, Pansequito, nacido en La Línea de la Concepción y criado en El Puerto de Santa María. Una figura histórica del cante que empezó por alegrías. La noche, entoldada, ha sido agradable y  hasta se fue a descansar el viento que por la tarde había estado dando la lata.

Unas microgotas de algo que no puede llegar a calificarse ni como llovizna cayeron al término de la primera actuación de la velada. La voz de Pansequito conserva su son tan especial después de décadas sobre los escenarios. Argumentan los flamencos que hay cantaores  que, en un momento dado, dan un paso atrás porque pierden facultades. A otros, en cambio, les ocurre que cantan cada vez mejor. Pansequito pertenece a este segundo grupo. Hizo bien la soleá y se atrevió por tarantos. No se escondió Panseco.

Cerró su intervención por bulerías, sensacionalmente acompañado por la guitarra de Salado. Cómo le suena la guitarra al jerezano. Sobresaliente,  plena de matices y colores diferentes. El público despidió a Pansequito puesto en pie. Un hasta luego totalmente merecido y acordado espontáneamente por común aclamación. 

Después apareció Aurora Vargas, que como bien recordó Curao, era ya figura del flamenco cuando no había grabado aún un solo disco. Aurora, que es como se le conoce pues con solo decir su nombre todo el mundo ya sabe de quien se habla, salió a las tablas vestida de negro con lunares blancos. Flamenquísima. La cantaora, también lo había anticipado el presentador, vivió el año de su explosión profesional en 1986. Y desde entonces hasta ahora no ha parado. Es poseedora de una voz racial, inconfundible. Y es dueña de un poderío increíble en el escenario, que llena con apenas pisarlo.

Nada de lo que hace deja indiferente al respetable. Tras el descanso, tocó el turno de la jovencísima jerezana María Terremoto. La cantaora, de 19 añitos, parece con todo tan consagrada como quienes la antecedieron en las tablas. Qué verdad es que estos artistas vienen criándose y haciéndose desde la cuna y, con el paso del tiempo, no hacen sino armarse de más y más experiencia y recursos para acabar triunfando. Eso hizo María Terremoto en su debut oficial en la ciudad de Paco de Lucía. Acabó aclamada. La nieta del mítico Fernando Terremoto está señalando con su cante y sus maneras al firmamento de estrellas del flamenco.

El algecireño Perico El Pañero, que venía de haber cantado la noche anterior en la localidad malagueña de Coín, demostró que su crecimiento en escenarios grandes y abiertos como el del parque María Cristina no está siendo nada despreciable. Y eso que era una asignatura pendiente que tenía. Ya lo es menos.

Aportó su cante y baile gitano-andaluz a la noche. No defraudó las expectativas, esas mismas que había levantado cuando se vio anunciado en los carteles de un acontecimiento cultural y musical de este calibre.

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