Dos culturas unidas por la Universidad
El alumnado, satisfecho con la programación de los Cursos de Otoño en Marruecos
Los Cursos de Otoño de la UCA suponen cada año el acercamiento de jóvenes a la cultura árabe. La celebración de seminarios en la otra orilla del Estrecho es utilizada por muchos estudiantes para marcar su primer sello en el Pasaporte y adquirir conocimientos que ayuden a su especialización.
La iniciativa es posible gracias al Aula Universitaria del Estrecho, que surge como iniciativa entre la Universidad de Cádiz y el Ayuntamiento de Algeciras, a la que se suma la Universidad Abdelmalek Essaâdi de Tetuán y Tánger. Este año, la parte del programa en el extranjero se ha desarrollado en las dos ciudades del norte de Marruecos abordando temas como la salud y mujer marroquí, el español y el cine y las jornadas de diálogo euromarroquí. En total, una treintena de alumnos españoles y más de setenta maroquíes se ha beneficiado del programa bilateral.
La expedición española comienza a conocerse en el ferry que surca las aguas del Estrecho de Gibraltar. A los estudiantes les sorprenden imágenes como el paso fronterizo de Ceuta o la masificación en los taxis, viejos Mercedes donde seis pasajeros se agolpan para llegar a su destino. El primero de los viajes coincidió con la víspera de la fiesta del cordero, jornada de compras en la que no resultaba difícil ver estos animales por la calle.
Una vez en los seminarios, comienzan a producirse los primeros contactos con los estudiantes locales y llega otra sorpresa: el alto nivel de español a pesar de ser la tercera lengua que se estudia de forma reglada en el país vecino.
El viaje también deja lugar a muchas anécdotas como los comentarios durante el desayuno en torno a la llamada del Imán al rezo, a las cinco y media de la mañana, a través de la megafonía repartida por la ciudad. Su primer contacto con el Islam se produce de madrugada, no sin sobresalto.
La mayor parte de los estudiantes se llevan en la maleta experiencias muy positivas. Es el caso de Cristina Lina y Sara García. No se conocen entre sí ya que cada una fue a una ciudad distinta, pero están unidas por su pasión por la cultura árabe. La primera es licenciada en Filología Árabe mientras que la segunda afronta sus primeros meses en la titulación. Las dos coinciden en que el programa cumple con sus expectativas y que los alumnos marroquíes abren las puertas de sus casas con facilidad al visitante. La muestra se produce a las pocas horas de estancia en el reino alauita. Los alumnos marroquíes se ofrecen en el tiempo libre para enseñar su ciudad a los estudiantes. Al día siguiente, las caras de sueño se reflejan a primera hora entre los estudiantes.
Para la organización, el balance también es positivo. Alejandro del Valle, coordinador de las jornadas de diálogo euromarroquí, se muestra satisfecho. "En conjunto, cabe destacar el buen nivel de español que muestran los alumnos marroquíes y el poder hablar de cosas que aquí parece que cuestan trabajo, como la inmigración o cuestiones territoriales. En España también hay sitios donde este diálogo no resultaría cómodo. Al tratarse desde la neutralidad científica, todo es satisfactorio", detalla Del Valle.
Las dos citas en suelo marroquí acaban con la misma imagen. Los estudiantes, en corro, intercambian sus correos electrónicos y cuentas de redes sociales para permanecer en contacto y cruzar una futura visita. Lo que ha unido la Universidad, que no lo separe la política.
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