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Limbazo revoluciona la Feria de Algeciras

Los propietarios del bar-cafetería Limbo, Felipe y Kevin, junto a varios de sus camareros, apuestan por la diversidad en el recinto ferial con su nueva caseta

Galería:Búscate en las fotos del jueves en la Feria Real de Algeciras

Los socios de Limbazo. / Vanessa Pérez

Dicen que en la Feria de Algeciras hay casetas para todos los gustos, pero hay una que este año ha roto moldes y ha conquistado a propios y extraños: Limbazo. Es el primer año que el equipo del bar Limbo se lanza a montar su propia caseta y lo han hecho como mejor saben: con arte, con diversidad y con un ritmo que no afloja desde el mediodía hasta bien entrada la madrugada. Flamenco, pop, drag, buena comida y un ambiente donde todo el mundo tiene sitio. Esa es la esencia de esta caseta que ya se ha convertido en parada obligatoria para los que buscan algo diferente en el recinto ferial.

Camareros trabajando durante un almuerzo en Limbazo. / Vanessa Pérez

En Limbazo el ritmo no solo se baila, también se vive. Poco después de la una de la tarde, los almuerzos llenan la caseta con platos sabrosos, espectáculos y camareros que se mueven con la misma soltura que si estuvieran en el bar. Todos colaboran, da igual si son socios o no.

Con falda escocesa, volando por la caseta, encontramos a Felipe, uno de los propietarios de Limbo y socio de este proyecto junto a su pareja Kevin y Jesús, Abdunor, Kevin, Abderrahman, Fran, Mohame, Andrés y Hamza, varios de los camareros de este mítico bar en el centro de la ciudad. Entrevistarlo, eso sí, es misión casi imposible. Cada dos minutos alguien se le acerca para felicitarlo hacerse una foto con él. Es un pequeño fenómeno local.

Felipe con algunas clientas. / Vanessa Pérez

La idea llevaba tiempo gestándose. "Ya llevábamos unos pocos de años pensando en hacerlo. No sé si os acordáis, pero el primer año de la caseta Porompompero entramos Kevin y yo como socios, pero decidimos que la próxima vez lo haríamos bajo el nombre de Limbo", explica Felipe. Y lo han hecho a lo grande: dos módulos, almuerzos diarios, decoración artesanal y una programación variada que va del flamenco a los show drag, con un ambiente inclusivo y descarado, marca de la casa.

"Nos hemos querido traer Limbo a la feria. Lo mismo que diferencia a nuestro local del resto de cafeterías y bares, la diversidad que tiene, es lo que nos hace destacar aquí", afirma Felipe con orgullo. Y así es: a primera hora de la tarde suenan sevillanas, rumbas y bulerías. Al caer el sol, el ambiente se transforma. "Ya después llega el DJ para la fiesta. Eso sí, mete pop español, no reggeaton como otras casetas, que ese no es nuestro estilo. Alguna canción vale. Y ya por la noche, un ambiente más guerrillero".

Esa apertura y esa libertad no están exentas de prejuicios. “La gente me ve ahí con una peineta y unos tacones y ya está la caseta de los gays”, dice con ironía, pero sin perder el tono reivindicativo. “Es una caseta abierta a todo el mundo. Es Limbo”.

Una actuación en la caseta Limbazo. / Claudio Palma

La puesta en marcha no ha sido sencilla. “Es como montar un negocio para una semana”, resume Felipe. Ya decíamos que la Feria es una pequeña ciudad que vive por ocho días. “Nos dan acceso una semana antes y hay que montarlo todo aquí. Lo más difícil para mí ha sido la parte burocrática, con cuatro meses de papeleo. Con decirte que el martes vino Sanidad y nos dijo que teníamos que poner un cartel en la puerta que dijera 'prohibido perros'. ¿Quién va a traer un perro a la feria?”, dice indignado.

A pesar de las dificultades, la acogida ha sido espectacular. “Hemos tenido mucha suerte para ser el primer año. Tener la caseta llena todos los días para el almuerzo es para darse con un canto en los dientes. Eso sí, la noche está costando un poquito más”. Pero todo apunta a que el rollazo de Limbazo ha llegado para quedarse.

Almuerzo en la caseta Limbazo. / Vanessa Pérez

Con sus gafas de sol, una flor en el pelo y el incesante movimiento del abanico en la mano, una clienta lo resume mejor que nadie al entrar —un día más— en la caseta: “Estoy aquí desde el viernes. Necesito otra vida para recuperarme”.

¿Y el futuro? Felipe, entre bromas, lo deja en el aire: “Yo no digo que no por ahora… pero lo estudiaremos al terminar la feria”.

Lo que está claro es que Limbazo, con su desparpajo, su diversidad y su duende, ha marcado un antes y un después en la feria de Algeciras. Y lo ha hecho al estilo Limbo: con todo el arte.

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