La batalla
La batalla perdida de la lejía
La rocambolesca historia del vecino que demandó al Ayuntamiento porque se manchó la ropa en los baños de la biblioteca. Dos años después, se desestima la reclamación
En ocasiones los ciudadanos emprenden aventuras quijotescas. Como tal se puede denominar la que llevó a un vecino de Algeciras a reclamar al Ayuntamiento que le pagara la ropa que se manchó con lejía en los baños de la biblioteca municipal Cristóbal Delgado. La singladura administrativa ha durado dos años y fue ayer cuando se supo que el Consistorio ha desestimado la demanda al no conceder credibilidad a la denuncia y por no haber acreditado el afectado la veracidad de los hechos.
La historia se remonta a abril de 2009. El día 13 se recibió en la secretaria general del departamento de Patrimonio del Ayuntamiento el escrito formulado por el vecino, que reclamó la responsabilidad patrimonial del Consistorio y la consiguiente indemnización por los "daños ocasionados en un bolso y en una sudadera por lejía existente en el suelo de los servicios de la biblioteca Cristóbal Delgado". Había colocado las prendas en la puerta del baño, explicó.
Se abrió el procedimiento y la empresa municipal de limpieza, Algesa, presentó alegaciones. Lo hizo en agosto de 2009. "Negamos los hechos tal y como se describen en la denuncia, dado que si bien es cierto que nuestro personal utiliza lejía para la desinfección de los baños públicos, como no puede ser de otro modo, también lo es que el mismo, dada su profesionalidad, jamás deja el suelo o las piezas impregnadas o rociadas de tal producto. El único momento en el que el suelo puede tener algún producto es durante el tiempo en el que nuestro personal está efectuando la limpieza y desinfección", se defendió.
"Nos sorprende -añadió Algesa- que si el denunciante, como aparece en su escrito de reclamación, observa cuando va al servicio que el mismo 'estaba rociado literalmente de lejía pura', entrara en las instalaciones y, mucho menos, pusiera los objetos supuestamente dañados en el pomo de la puerta tocando el suelo. Dado que lo normal hubiera sido, en primer lugar, avisar al personal de limpieza o de la biblioteca y, en segundo, no haber puesto sus objetos en un lugar donde pudieran ser afectados por la lejía". "La única explicación coherente que podemos encontrar es que el denunciante entrara en las instalaciones cuando se estaban realizando las tareas de limpieza y antes de su terminación", remató.
Total, que lo normal es que hubiera tenido cuidado o quizá entró porque no se pudo aguantar. Al hombre, que llegó a presentar una factura de la ropa de El Corte Inglés para corroborar su versión, se le ofreció un periodo para presentar pruebas y documentos que sostuvieran su caso. No contestó.
La singular historia avanzó hasta noviembre de 2010. Fue cuando el instructor del procedimiento informó desfavorablemente de la reclamación. "No ha quedado acreditada la veracidad de los hechos denunciados", se lee en el expediente.
Y ayer, finalmente, se conoció el anuncio firmado por el alcalde el pasado 6 de mayo. Se desestima la reclamación "por no existir relación de causalidad entre el daño producido y el funcionamiento normal del servicio público".
El vecino tiene posibilidad de recurrir. Quizá para cuando se cierre definitivamente el caso esa sudadera habrá pasado de moda. Si no lo ha hecho ya.
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