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El Río de la Miel, la fuerza de la naturaleza

El paraje parece recuperado tras sufrir un terrible incendio hace dos años. La Junta no obstante evalúa si es preciso algún proyecto de reforestación

El Río de la Miel, la fuerza de la naturaleza
D. Cervera Algeciras

12 de junio 2016 - 01:00

El viento se ha echado y pica el sol a base de bien esta tarde de primavera. En el trayecto preliminar, antes de llegar al sendero en sí, se anticipa el murmullo del agua, cerca y todavía invisible. No es leve; se nota vigorosa la corriente en el oído, que el caudal avanza con ganas, ahí un poco más abajo. El monte se tiende imponente a la derecha. Allá los árboles parecen estar colgados, muchos mirando al canuto, hacia donde se dirige la ruta iniciada. Todo se ve verde y, además del murmullo del agua, solo los pájaros interrumpen el silencio.

En fin, hasta antes de empezar el sendero del Río de la Miel propiamente dicho ya se aprecia que la vida y la naturaleza están explotando por todos lados. Y es algo que se confirma una vez se adentra uno en él, tras pasar el puente de hechuras medievales y empezar a surcar el desfiladero de piedras y raíces.

Este extraordinario paraje del Parque Natural de Los Alcornocales sufrió un terrible incendio, intencionado, en julio de 2014. El fuego tiznó el paisaje, dejó peladas de vegetación las laderas y quemó árboles y arbustos. Esas laderas, por lo tanto, quedaron expuestas a las escorrentías y los corrimientos de tierra y rocas. Un fenómeno que podía provocar que se perdiera suelo fértil, un hándicap para la regeneración del entorno.

Ante la emergencia, la Consejería de Medio Ambiente tramitó un proyecto de restauración hidrológico-forestal de 50.000 euros. Básicamente consistió en la construcción de albarradas y gaviones en las laderas que dan al sendero. Dicho de una forma menos técnica, colocó muretes de contención, con piedras del mismo paraje, para evitar los corrimientos.

Va a hacer dos años de aquel fuego. La Junta de Andalucía en estos momentos evalúa cómo ha respondido la naturaleza para valorar si es precisa una actuación de reforestación. Lo que el ojo ve es que la vegetación es exuberante y que el río desciende y salta con la alegría de las aguas que dejó mayo.

En cada recodo y por supuesto en las pozas hay gente, grupos, familias, parejas. Se hacen fotos en las ruinas del molino y beben de la fuente. El sonido del río envuelve. Lo que parece hoy desde luego es que el sendero del Río de la Miel ha repelido el ataque de las llamas y se ofrece tan espléndido como siempre.

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