Madrid es el Nueva York europeo
La Plaza Alta (y II)
Monumentos y edificios de Algeciras
Capítulo 27. Desde mediados de los años 40 del siglo pasado, la plaza, con decoración de azulejos sevillanos, permaneció sin cambios dignos de reseñar hasta la década de los 60
En 1813, como la fuente del obelisco se hallaba abierta y sin protección, para evitar que la gente pudiera ensuciar el agua que por ella discurría, se rodeó con una reja (que es la que aparece en fotografías de principios del siglo XX). En 1821, con el triunfo de los liberales, se colocaron en el obelisco cartelas con varios artículos de la Constitución de 1812, lo que da fe del valor emblemático y simbólico que tenía la plaza algecireña. Un año más tarde se recompusieron las farolas por rotura de los cristales que defendían los puntos de luz del viento. En 1826 se desmontó el obelisco, por el mal estado de conservación en que se encontraba, y entre 1827 y 1830 se inauguró un nuevo monumento en su lugar aprovechando la base de gradas, la fuente y la reja de protección del anterior.
Las obras fueron costeadas –según Santacana– con donativos de los ciudadanos y con el arbitrio sobre el vino y el vinagre. Estaba constituido por dos cuerpos. El primero de ellos consistía en un ancho pedestal de planta cuadrada rodeado por cuatro pilastras situadas en el centro de cada una de sus caras. El segundo era una columna de fuste estriado rematada por un capitel dórico coronado con un fragmento de la citada columna. En el año 1827, durante el proceso de construcción del nuevo monumento, el Ayuntamiento de Algeciras ofreció al General Castaños colocar un busto suyo en la cima de la columna, a lo que renunció el insigne militar.
La plaza en el siglo XX
En 1918, siendo alcalde don Emilio Morilla, se suprimieron las cadenas que adornaban la plaza entre banco y marmolillo por ser causa de frecuentes accidentes y en 1926, siendo alcalde de la ciudad Joaquín Bianchi Santacana, fue demolida la fuente con las gradas y la columna por amenazar ruina, según alegaban las autoridades municipales.
Años más tarde se ensancharon las calles laterales para facilitar el tráfico de vehículos que ya empezaban a circular por Algeciras, talándose los árboles y suprimiéndose los marmolillos y los bancos de piedra con respaldo de hierro forjado para sustituirlos por otros totalmente metálicos. Poco después se colocó, en el lugar que había ocupado anteriormente el monumento central, una farola sobre un sencillo pedestal de ladrillo rojo que la gente comenzó a llamar la “Cocina Económica” por su parecido con ese tipo de cocina muy utilizada por aquellos años en las casas de la burguesía.
Así quedó la plaza, sin los elementos emblemáticos que la habían caracterizado desde un siglo antes, pues, como refiere Pérez-Petinto, no se había pensado en la fábrica que había de sustituirlo (se refiere al monumento central). Pero estaba cercano el día en el que la Plaza Alta sería remozada adornándose con la fuente, la balaustrada y los bancos de azulejería que hoy podemos contemplar (aunque en parte restaurados).
Esa decisión fue tomada por el Consistorio en 1930 siendo alcalde Emilio Morilla Salinas. En ese año se la dotó de un artístico conjunto de cerámica vidriada de estilo neorrenacentista sevillano elaborado en los prestigiosos talleres cerámicos de Santa Ana y la Casa González de Triana. La obra cerámica seguía el modelo de la balaustrada y las bases de las farolas utilizadas en la Plaza de España de Sevilla construida para el Exposición Iberoamericana de 1929.
El conjunto consistía en una monumental fuente, situada en el centro del cuadrilongo, compuesta por un gran vaso de planta poligonal y un cuerpo central de sección cuadrada con cuatro pilas para recoger el agua y cuatro cabezas de leones en sus frentes a modo de caños; todo ello rematado por cinco farolas de hierro forjado de estilo andaluz, la quinta situada en la cima del monumento.
Los azulejos, con motivos de “candelabros” y elementos vegetales, están realizados en los colores típicos de la cerámica trianera: azul ultramar, verde, amarillo y naranja. Complementando la fuente se colocaron ocho bancos con respaldos en los cuatro frentes de la plaza y otros cuatro exentos en torno a dicha fuente. Además se la dotó de cuatro farolas muy artísticas que hacían juego con las que adornaban la fuente. Estas farolas se situaron sobre bancos poligonales.
Es necesario resaltar que en los respaldos de los bancos laterales que daban al exterior de la plaza aparecía, junto a la típica decoración simétrica de temática vegetal, el escudo de la ciudad de Algeciras. Cuando en abril del año 1931 fue proclamada la II República, el Ayuntamiento ordenó que se picaran y eliminaran las coronas reales que remataban dichos escudos como una muestra más de la implacable dampnatio memoriae que tantas veces ha hecho su aparición a lo largo de la historia.
En 1944 se pavimentó la Plaza Alta con losas de piedra, añadiéndosele algo más tarde cuatro pasos de losetas desde los ángulos hasta la fuente. Se respetaron las ocho entradas originales, flanqueadas, en esta ocasión, por pilastras rematadas en grandes copas de cerámica del mismo estilo que la fuente y la balaustrada. Los motivos decorativos de los bancos representaban escenas del Quijote. En los años sesenta se añadieron otros cuatro bancos exentos.
La plaza, con su nueva decoración de azulejos sevillanos, permaneció sin cambios dignos de reseñar hasta la década de los sesenta del siglo XX. A mediados de los años cincuenta la balaustrada de cerámica había sufrido algunos desperfectos lo que obligó a desmontarla y retirarla en parte. Sin embargo, el deterioro continuó, incrementándose en la década siguiente hasta que en el año 1968 hubo que suprimirla en su totalidad y sustituirla por una tosca baranda de hierro.
A finales de la década de los sesenta se amplió el recinto de la fuente añadiéndosele una superficie ajardinada en su entorno. El añadido no mejoró el conjunto desde el punto de vista artístico, pero al menos impidió que gente desaprensiva pudiera acceder al monumento con el riesgo que ello podía suponer para la integridad de los azulejos.
En 1970 se dotó a la fuente de iluminación artística, aunque sólo funcionó durante algunos años. Algo más tarde se volvieron a remodelar las calles adyacentes para posibilitar el paso de automóviles, y a finales del siglo XX se suprimió la circulación de vehículos en todo el recinto, excepto en la vía cercana a la Capilla de Nuestra Señora de Europa, convirtiendo en peatonal los otros tres frentes de la plaza.
En 1995 se procedió a remodelar de nuevo este céntrico espacio urbano algecireño. Se colocó una nueva balaustrada perimetral de cerámica que imitaba la original de 1930, aunque de peor calidad, y se pavimentó la superficie con unas poco agraciadas losas de cerámica que, con el paso ocasional de camiones (para la instalación de la Feria del Libro o el montaje de la iluminación de Navidad), han sufrido importantes desperfectos, lo que obligará a su sustitución.
Antonio Torremocha. Doctor en Historia Medieval. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007).
No hay comentarios