Matalascañas venera a la orca Vega

Vega tiene dos historias: la de su vida y la de su muerte. Ambas acabaron, por ahora, en municipios costeros andaluces: Algeciras y Almonte (Huelva). Vega es (era) una orcinusorca -especie conocida popularmente como "ballena asesina"- y terminó sus días en la playa de La Concha de El Rinconcillo. Allí llegó en mayo de 2006, donde murió tras permanecer varias jornadas varada en la Bahía de Algeciras. En ese enclave arrancó entonces una nueva etapa para ella y sus huesos acabaron después en Matalascañas -núcleo urbano de la localidad onubense-.

Allí, el Museo del Mundo Marino expone su esqueleto desde el verano de 2007. Los 5,7 metros de longitud de este cetáceo presiden una de las salas de la instalación. Aunque, antes de llegar a este enclave, las aguas de la Bahía de Algeciras presenciaron su muerte. Vera arribó a la costa de la localidad campogibraltareña el 27 de mayo de 2006. Durante varios días, permaneció varada en la zona; y, ante la alerta de los ciudadanos, un equipo de científicos del Centro de Recuperación de Especies Marinas (Crema) de Málaga se acercó hasta la comarca para estudiar su situación.

La orca se encontraba a unos veinte metros de la orilla de la playa de La Concha. Un punto al que descendieron voluntarios de la Asociación para el Estudio de las Ciencias Marinas del Estrecho, con el objetivo de tranquilizar al animal. Finalmente, el cetáceo falleció. Los expertos confirmaron entonces que se trataba de una hembra, de avanzada edad y que habría muerto a causa de una infección.

Vega fue la primera orca documentada que fallecía en las aguas de Algeciras, a pesar de que el Estrecho se presenta como zona de paso habitual de esta especie. Tras efectuar la necropsia, el animal se trasladó hasta Doñana para formar parte del museo de cetáceos de la estación biológica. Con su exposición al público, el del Mundo Marino cumplió un importante hito: fue la primera instalación de estas características de la Unión Europea que mostró el esqueleto entero de una orca. Una especie que, en el caso de los machos, puede alcanzar hasta los 10 metros de longitud; aunque, las hembras, llegan como máximo a los 6 metros.

En la sala del Museo también se encuentra, junto a Vera, un delfín común hallado en el río Palmones en febrero de 1996. "Posee un dibujo en el costado en forma de ocho, cuya parte delantera es de color amarillo", explican desde la instalación onubense.