Descubierta una cueva artificial en Tarifa con pinturas rupestres: la Tumba del Príncipe
Simón Blanco, de la Asociación para la Protección del Arte Sureño, descubre el yacimiento en la Peña del Aljibe, un centro sagrado o funerario prerromano excavado en la roca
Un tesoro de la prehistoria, en peligro de desaparición
Tarifa/En la sierra del Retín, en un promontorio rocoso conocido como la Peña del Aljibe, entre Tarifa y Barbate, una oculta cueva artificial esconde desde hace miles de años otro tesoro del Arte Sureño, como se conoce al conjunto de pinturas rupestres del extremo sur de la península ibérica. O, mejor dicho, escondía, hasta que el pasado día 9 de octubre el algecireño Simón Blanco Algarín, miembro de la Asociación para la Protección del Arte Sureño (APAS), la descubrió. La Tumba del Príncipe la llama.
No fue fácil. Un palmito protege de miradas indiscretas la entrada a la oscura cavidad, que está integrada en un singular edificio megalítico que los íberos utilizaron como centro sagrado o funerario principal. Hay que arrastrarse por una grieta en la roca para llegar a una pequeña cámara en la que hace falta una linterna para descubrir expresiones artísticas de la Edad de Hierro. Aquí lo que parece un árbol, allá dos figuras humanas y un zigzag.
"La ejecución de esta sorprendente estructura arquitectónica nos introduce en una época de importantes cambios tecnológicos y culturales como fue la edad del Hierro, pero que conserva un importante sustrato indígena donde se reutilizan las ubicaciones de los santuarios rupestres y se mantienen los esquemas de las estructuras megalíticas para sus edificios más emblemáticos", afirma Blanco Algarín, que aprovecha para reclamar una mayor atención para el Arte Sureño. "El abandono de nuestro patrimonio vernáculo y su resistencia a la desaparición, deberían ser una fuente de inspiración para su estudio y divulgación, porque monumentos como la Peña del Aljibe preservan la identidad más profunda de nuestro territorio y nos obligan a abrir la mente respecto a los procesos de cambio y continuidad de las comunidades protohistóricas del Estrecho de Gibraltar", defiende.
La sierra del Retín se ubica en la desembocadura del río Barbate. El descubridor de la cueva del Príncipe afirma que se comporta "como una isla ecológica al estar rodeado por el Estrecho de Gibraltar y por la depresión que ocupaba la antigua laguna de la Janda". "Es un ejemplo típico de los ecosistemas aljíbicos y mantiene una gran diversidad natural y cultural. Esta conservación se ha visto favorecida por pertenecer al ministerio de defensa, ya que las actividades militares son incompatibles con otros usos antrópicos de la sierra como la agricultura, el urbanismo, el sobrepastoreo o la caza", relata.
A pesar de no contar con un Arte Rupestre de la riqueza del resto de sierras que circunscriben la antigua laguna de la Janda, se localizan algunos yacimientos pintados correspondientes a las facies más esquemáticas del Arte Sureño, donde destacan abrigos como el de la Fuente Santa, de la Fuente Mariquilla, del Águila, de las Marianas o el recién descubierto.
Este nuevo yacimiento rupestre se localiza en un promontorio rocoso conocido como la Peña del Aljibe. "Se trata de una solitaria y visible laja de arenisca que aflora en el piedemonte de la fachada oriental de la sierra del Retín. Desde este destacado mirador se domina la rica campiña que desciende hacia la antigua laguna de la Janda, un paisaje de gran valor ecológico cada vez más difícil de restaurar por la saturación de parques eólicos", describe.
Este nombre con el que se conoce la laja se debe a que en la cima se localiza una estructura excavada que el arraigo popular ha identificado tradicionalmente con un depósito para la recogida de aguas pluviales, "pero la realidad", matiza Blanco Algarín, "es que nos encontramos ante el mejor y más espectacular ejemplo de arquitectura rupestre que hay en la orilla norte del estrecho de Gibraltar. "La sofisticada estructura de la cima de la Peña del Aljibe, consta de una escalinata envolvente con asientos para la contemplación que culmina en la parte alta donde se localiza una excavación de planta rectangular de 7 x 2,5 m. y 4 m de profundidad. Difícilmente podríamos estar ante una simple cisterna ya que no cuenta con pendiente o canales de abastecimiento, además en una de las paredes hay un arco pétreo que da acceso a un estrecho pasillo que comunica con dos cámaras cilíndricas alineadas, una de ellas decoradas con un friso de grabados lineales", continúa.
Estos trabajos en piedra, explica el experto, son comunes en la región debido a la existencia de una roca blanda como es la arenisca y se conocen desde tiempos prehistóricos en necrópolis con cuevas artificiales como los Algarbes o Monte Bajo, arquitectura indígena que alcanzó su mayor desarrollo en tiempos protohistóricos en castros semirupestres como las Herrizas o la Silla del Papa.
"En la zona de influencia del cercano poblado prerromano de la Silla del Papa, se han ido identificando una serie de estructuras vinculadas a esta primitiva técnica del vaciado de piedras que en muchos casos coincide con las ubicaciones de abrigos pintados como ocurre en la Atlanterra o Ranchiles, enclaves rupestres que conviven con restos de arquitectura vernácula en forma de mechinales, vanos, hornacinas, escaleras talladas o altares", apostilla.
La monumental excavación de la Peña del Aljibe es otro de los hábitats prerromanos vinculados a la retaguardia de la Silla del Papa "con la que además mantiene un importante contacto visual y paisajístico". "El abrigo de la Tumba del Príncipe, al igual que en los abrigos rupestres mencionados anteriormente, no solo no fue destruido por esta profunda transformación de su roca soporte sino que quedó integrado en los basamentos de este singular edificio de presencia megalítica, sin duda un centro sagrado o funerario principal de esta comunidad íbera", matiza.
La cavidad
"A media altura del flanco suroeste de la Peña del Aljibe, se localiza una terraza rocosa con dos habitaciones parcialmente labradas en la roca, una de ellas excavada a dos alturas al estilo de algunas viviendas de la Silla del Papa. En la base de la primera planta de este edificio rupestre, hay integrado un pequeño abrigo oculto por un palmito que tiene un desarrollo rastrero a favor de una diaclasa que atraviesa la pared rocosa. En esta oscura y anómala ubicación es donde se han conservado precariamente las pinturas rupestres que he denominado la Tumba del Príncipe", subraya Blanco Algarín.
Antes de arrastrarse para poder penetrar en esta pequeña cámara que generó la discontinuidad en la roca, hay "un signo de aspecto arboriforme" que es el mejor conservado del conjunto y el único que puede verse sin luz artificial. "Ya en el interior hay dos signos serpentiformes angulares ( o zig-zags) en posición horizontal que de forma discontinua recorren el lateral izquierdo de la grieta y nos conducen hacia dos figuras antropomorfas. Si en este punto nos giramos sobre nosotros mismos, en el techo de este minúsculo y oscuro camarín hay otra figura antropomorfa entre otros restos irreconocibles", narra.
"El símbolo más llamativo son los grandes zigzags que aunque no tienen paralelos en la sierra del Retín, son una iconografía recurrente y de amplio espectro cronológico que está bien representada en nuestra región en abrigos como las Estrellas, la Jara, las Palomas o el Laurel. El resto del discurso gráfico está mal conservado por lo que no aporta grandes novedades al corpus del Arte Sureño pero contribuye a caracterizar este enclave monumental que es la Peña del Aljibe por la presencia combinada de pinturas, grabados y arquitectura rupestre", concluye.
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