Sucesos

La Policía asesta su mayor golpe al mediano tráfico de cocaína en Cádiz

Ignacio Vega, José Pacheco y Santos Bernal, junto a la droga incautada.

Ignacio Vega, José Pacheco y Santos Bernal, junto a la droga incautada. / Julio González

La Policía Nacional de la Comisaría Provincial de Cádiz ha culminado con éxito una importante operación que le ha llevado a incautar 68 kilos de cocaína de gran pureza, detener a 16 personas y realizar registros en varios puntos de la provincia pero también en localidades de Sevilla y hasta en Bilbao, por cuyo puerto entró la droga que fueron a recoger los narcos sureños.

Hasta la madeja más gigantesca deja un hilo del que tirar. Y así comenzó un complejo dispositivo del que este jueves ofreció detalles el inspector jefe del Grupo de Tráfico Organizado de la Udyco Bahía de Cádiz, Ignacio Vega. Reconoció ante los medios que tras mucho tiempo centrando sus miradas en localidades tradicionalmente más prólijas en cuanto al narcotráfico en la Bahía, como Jerez o Sanlúcar de Barrameda, tenían ganas de hacer algo serio en la capital. Y la posibilidad se la ofreció el descubrimiento de que en un taller de motos muy cercano a unas dependencias policiales de la capital no sólo se limpiaban carburadores y se arreglaban motores sino que se distribuían importantes cantidades de cocaína.

Según pudo saber este medio en su momento, una de las cosas que más molestó a los agentes es que en este taller se arreglaban las propias motos de la Policía Nacional cuando sufrían alguna avería o necesitaban pasar la ITV, por lo que tenían un trato cercano y amistoso con el dueño, una persona sin antecedentes y que empezó a despertar sospechas cuando, tras los rumores de sus vínculos con amistades peligrosas, se comprobó que elevaba su nivel de vida de manera, digamos, demasiado ostentosa para lo que viene siendo un mecánico.

En los primeros compases de la investigación se pudo constatar que el taller de motos frente a las dependencias policiales, que también son ganas de tentar a la suerte, era frecuentado por algunos camellos históricos del narcotráfico gaditano. Gente acostumbrada a mover polvo blanco por diferentes barrios a través de pequeñas organizaciones en las que incluso involucraban a familiares. De Santa María a Cortadura se extendía todo un reguero de coca que fue seguida, no sin problemas, por los agentes de la Udyco.

El dueño del taller vivía en Santa María, pero uno de sus clientes habituales era El Gaviota, viejo conocido de los agentes que acumulaba una extensa hoja de servicios a sus espaldas. Todo lo contrario que el experto en motos, que no tenía una mácula en su expediente.

El Gaviota, tras algunos problemas con unos y otros, había puesto tierra de por medio y volado a Sanlúcar la Mayor, en la provincia de Sevilla. La Udyco tuvo claro entonces que para llegar hasta el siguiente nivel había que vigilarlo de cerca. Y como no hay cadena más fuerte que su eslabón más débil, pronto los seguimientos dieron resultado. “Nos encontramos con una organización más potente, afincada en Jerez y dirigida por un narco de renombre que copaba la distribución de venta de cocaína por la Bahía”, explicó Vega.

Cercano a cumplir los 40 años, y sin antecedentes penales por narcotráfico más allá de una menudencia en sus años mozos, este hombre era extremadamente cuidadoso con sus conexiones y resultaba escurridizo a los cuerpos de seguridad del Estado, que, hasta la fecha, no habían podido echarle el guante por más que sospechaban que estaba detrás de muchos de los kilos de cocaína que se movía por Cádiz.

Explicó Ignacio Vega que cuando parecían entrar en un callejón sin salida y el tiempo de juego se les acababa detectaron un movimiento importante: “La banda iba a viajar a Bilbao para recoger un importante cargamento de cocaína”.

El dispositivo fue complicado de coordinador pero se logró. Y eso que los narcos extremaron sus precauciones de seguridad para evitar ser cazados. Pero finalmente la Policía logró marcar una furgoneta en cuyo interior, en un habitáculo de lo más escondido, viajaban más de 60 kilos de cocaína. Tras los diferentes registros, tras los arietes rompiendo puertas y gritos de al suelo que llega la caballería, se confirmó que estábamos ante una de las más importantes operaciones antidroga llevadas a cabo en la Bahía de Cádiz, con esos 68 kilos de cocaína incautados, otros diez de hachís, 12 vehículos decomisados y dinero en efectivo por valor de casi 40.000 euros.

La operación continúa abierta y no se descartan nuevas detenciones, entre ellas la del capo de la organización, el narco afincado en Jerez y que, una vez informado del fracaso del viajito a Vizcaya, decidió poner pies en Polvorosa, algo que la Policía considera “una doble condena, porque cogerlo lo vamos a coger, y mientras tanto está cumpliendo una condena alejado de su familia y recluido. Pronto estará rindiendo cuentas ante la justicia”, dijo Vega.

En el domicilio del jefe de la rama afincada en Cádiz capital se detectaron 1,6 kilos de cocaína, y la Policía reconoce que el hecho de ser nuevo en estas lides pudo pesar para que no tuviera precauciones a la hora de llevar una vida demasiado ostentosa para lo que debían ser sus ingresos. También fueron arrestados cuatro camellos históricos de Cádiz por su implicación en los hechos.

La cocaína llegaba a Bilbao desde Sudamérica, probablemente desde Colombia, y con una pureza de entre el 80 y el 90%, lo que significa que una vez cortada con otras sustancias podría casi haber duplicado su peso y su valor en el mercado.

La organización, según dijo la Policía, había invertido 1,3 millones de euros en este golpe, pensando que podrían obtener hasta dos millones de euros netos de beneficios. Ahora, esos ladrillos de cocaína perfectamente empaquetados con plástico negro, no han sido divididos en gramos sino que se agolpan en las dependencias policiales como testigos del trabajo bien hecho.

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