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Unas 8.500 personas en Andalucía padecen una forma grave de cefalea

Día Internacional de la Cefalea en Racimos

El pasado jueves se conmemoró el Día Internacional de la Cefalea en Racimos, altamente discapacitante y el segundo tipo de dolor de cabeza más frecuente tras la migraña

La enfermedad es más frecuente en varones y suele debutar a partir de los 30 años. / Archivo
Javier Granda Revilla

25 de marzo 2019 - 12:00

El pasado jueves se conmemoró el Día Internacional de la Cefalea en Racimos, el segundo tipo de dolor de cabeza más frecuente, tras la migraña. La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha estimado que en España podrían existir unos 47.000 afectados por esta enfermedad, de los que 8.500 están Andalucía, y que se caracteriza por ser muy discapacitante por el dolor tan intenso que experimentan quienes la padecen.Hasta un 36% de los pacientes refiere haber perdido su empleo a consecuencia de esta patología y un 32% confiesa haberlo reducido en al menos la mitad.

“La cefalea en racimos se diferencia de otros tipos de cefaleas por las características de sus crisis: dolor de gran intensidad, de inicio rápido, unilateral y generalmente alrededor del ojo o la sien. Las crisis suelen acompañarse de síntomas en la región ocular como lagrimeo, caída del parpado, enrojecimiento, a los que se pueden unir congestión o secreción nasal”, detalla la Doctora Sonia Santos, coordinadora del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN.

Otras de las características de este tipo de cefalea son que el dolor puede aparecer varias veces al día -casi siempre a la misma hora- y que se alternan periodos sintomáticos y asintomáticos. Es decir, se pasa de no tener dolor de cabeza a tener episodios diarios o casi diarios durante semanas o meses.

La enfermedad se considera crónica cuando los ataques de dolor de cabeza aparecen de forma ininterrumpida durante más de un año sin remisión o con remisiones menores a un mes. La SEN estima que un 20% de los afectados padecen cefalea en racimos en su forma crónica y que, aproximadamente, un 10% de las formas crónicas son refractarias a fármacos.

La cefalea en racimos suele iniciarse en pacientes que rondan los 30 años de edad y es más frecuente en varones: se diagnostica a 2–3 hombres por cada mujer y las diferencias son mayores cuando se trata de formas crónicas. “Los síntomas de esta enfermedad permiten diferenciarla de otros tipos de dolor de cabeza y, sin embargo, existe un importante retraso en el diagnóstico de estos pacientes”, destaca la experta. Según datos del último estudio publicado en España al respecto, el tiempo medio es de 4,9 años. Además, solo un 15% de los pacientes son diagnosticados en su primera visita al médico y un 57% recibe diagnósticos equivocados.

Para la doctora Santos, en muchas ocasiones, el retraso en el diagnóstico se debe a que los pacientes no consultan. Los motivos son dos: el carácter episódico de esta enfermedad y que las primeras crisis sean de corta duración. Y, como recuerda, según el citado estudio, la media de médicos visitados antes del diagnóstico es de casi cinco por paciente por lo que cree que es evidente “que se deben hacer esfuerzos para que tanto los pacientes como los profesionales sanitarios conozcan esta enfermedad y sepan reconocerla”.

Un diagnóstico tardío e incorrecto implica también el retraso en el acceso al tratamiento adecuado. Existen diferentes tratamientos farmacológicos para tratar los síntomas y para prevenirlos. Pero, aun así, los cálculos señalan que el 50% de los pacientes con cefalea en racimos no recibe el tratamiento preventivo adecuado y más de un 30% de los pacientes no ha tenido acceso al oxígeno como tratamiento de sus crisis.

Factores desencadenantes y tratamientos

El paciente debe evitar factores desencadenantes, como el alcohol o la siesta. Lo habitual es que necesite más de un tratamiento para controlar los síntomas. El más habitual es el oxígeno, ya que es eficaz, se puede recibir en hogar, en domicilio o incluso de viaje, es de bajo coste y con escasos efectos secundarios y que se combina con otros tratamientos de transición y preventivos. Para los casos refractarios, también existen medidas no farmacológicas disponibles, como evitar las siestas y el consumo de alcohol. Sufrir depresión (que aparece en hasta el 43% de los pacientes) y ansiedad (hasta un 75,5%), junto con presentar agitación o intranquilidad (hasta el 90% de los pacientes) son los principales aspectos de comorbilidad psiquiátrica que conlleva padecer esta enfermedad.

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