El interior del templo de San Isidro de Los Barrios era ayer por la mañana un espectáculo para el olfato. El olor a flores frescas colocadas con esmero inundaba la nave central del templo, donde todas las imágenes de la Semana Santa barreña se encontraban expuestas al culto.

Los hermanos de la Venerable Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de Los Dolores, que procesiona cada Jueves Santo, apuraron la madrugada para dejar a punto los pasos que, por segundo año consecutivo, iban a salir por la puerta lateral del templo de San Isidro Labrador tras la segregación de la Hermandad de Penitencia del Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Mayor Dolor.

Las camaristas de la Virgen, Margarita Acosta Blanco, y del Cristo, María Isabel Ortega Fernández, habían cuidado hasta el extremo cada detalle y así se podía comprobar en la mañana de ayer.

Claveles rojos y lirios morados inundaban la parihuela del Cristo mientras que unos bellos claveles, rosas y orquídeas engalanaban a la Virgen con tonos especialmente escogidos. Los plateados del paso de Palio brillaban en todo su esplendor y los varales forrados en terciopelo esperaban el acomodo de los hombros de sus cargadores.

La principal novedad se encontraba a espaldas del Nazareno. La talla del Cirineo, completamente nueva y tallada en los talleres de Luis González Rey, en Cádiz, lucía en todo su esplendor lista para su primera salida procesional. El pasado año la hermandad procesionó sin él por el mal estado de la antigua talla.

Varios hermanos señalaron a este diario una anécdota cuanto menos curiosa. Hace unos días vieron en el templo a una persona que no era de la Villa y cuya cara habían visto en algún otro sitio. Era, sencillamente, el hombre que sirvió de inspiración al imaginero que había venido desde Cádiz hasta la localidad para encontrarse con su vivo retrato.