Semana Santa

La Sagrada Mortaja mece su rigurosidad y se reconcilia con el sol

  • La Piedad hace junto a su hijo un recorrido de casi tres horas donde destaca el barrio de San Isidro

Bajo un manto de luz espectacular irrumpió al filo de la tarde y arrastrando la noche la Sagrada Mortaja pasadas las ocho y cuarto. Al salir de su casa hermandad, en la calle Teniente Miranda, el silencio volvió a bañar su camino de la mano del Trío de Capilla Sinfonía Campo de Gibraltar.

La Piedad pudo arropar a su hijo por las calles de San Isidro después de tres años casi de vacío, ya que el pasado apenas desfiló media hora con prisas ante sus devotos por la amenaza de lluvia. La buena temperatura permitió no solo recorrer las calles, tal cual se programó en el itinerario, sino que estuvo casi tres horas y media bajo el cielo sintiendo el amor de los algecireños, engalanando uno de los últimos pasos de la Semana Mayor.

En la noche del Viernes Santo no existía amenaza posible, el cortejo de blanco y negro y los nazarenos, también de negro riguroso, marcaban el camino. Algunos fijaban con sus pasos las promesas visibles en pies descalzos, muchos vecinos de San Isidro, entre las calles Teniente Miranda, Alférez García o la propia plaza del popular barrio, se asomaban a sus puertas y balcones para acompañar a la Piedad y a los hermanos de la hermandad, que son 277 en total.

Este año el estreno más destacable que pudieron vislumbrar los fieles a su paso fue la restauración de las cúpulas de los 18 ciriales, que portadas por acólitos antecedían al paso del misterio, realizadas en metal dorado envejecido para darle más robustez.

El balanceo del paso hacía mover los telares entre un silencio casi impoluto en el itinerario de la Sagrada Mortaja. El capataz indicaba con cuidado el proceder de sus costaleros, hacia derecha, izquierda, alargar el paso, "un poco más", todo palabras de aliento y explicaciones para encarar especialmente la subida por las calles de San Isidro. El crujir de la madera dejaba rastro como el incienso. Ya en noche cerrada en torno a las diez de la noche tomó la carrera oficial para estar de nuevo en la casa hermandad a la hora marcada.

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