El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
No van a achicar agua
Por montera
El adolescente de catorce años que intentó acuchillar a tres profesores y dos alumnos en un Instituto de Jerez es una víctima. Los cinco heridos, cada uno de ellos profesores y alumnos, también lo son. Nuestra sociedad es víctima. Víctima de una sucesión de carencias en nuestro sistema para la prevención, detección y actuación. Según las primeras investigaciones todo apunta a que el joven agresor es un chaval que está diagnosticado de Asperger. Tales personas son especialmente inteligentes, aunque muestran dificultad para interactuar a nivel social. Este chico, por lo que están desvelando desde su entorno, era muy buen estudiante, así lo delatan sus impecables notas y cada día llegaba el primero a clase donde se sentaba en primera fila. Excepto el pasado jueves. El tiempo de recreo lo pasaba solo yendo con un tupper en la mano, mientras cruzaba el patio de un lado a otro. Ni los profesores ni ningún otro alumno denunció que era víctima de bullying. Tampoco él mismo. La polémica ley Celaá en su intento de integración en las aulas quitó la potestad a las familias para elegir la educación del menor con diferentes capacidades dejándolo a manos de criterios profesionales. Visto lo sucedido los resultados están diciendo lo contrario. Al menos mientras en clase no se eduque a los estudiantes a convivir con personas con diferentes capacidades. Los suicidios en Francia se han incrementado un 300% por lo que varios ministerios se han puesto a trabajar para tratar el preocupante incremento sobre el mal estado de la salud mental de los jóvenes empeorado a raíz de la pandemia. Se someterán a tests los estudiantes, se mantendrá en el centro a la víctima y se apartará al agresor que pasará a ser rehabilitado también con trabajos sociales y con la prohibición de acceder a los teléfonos móviles y redes sociales durante al menos 6 meses. En nuestro país ni siquiera se ha hablado de la educación en estos días de investidura en el Congreso donde todo lo eclipsa la amnistía. Seguimos padeciendo la desfasada ley del Menor de hace 20 años que necesita de actualización ya que los menores están cometiendo delitos graves que condenan a los delincuentes a estar tumbados en el sofá de sus casas bajo el único control de los padres, en el mejor de los casos, como si solo hubieran roto de un balonazo el cristal de un escaparate. Las actuaciones preventivas, de detección y reacción deben ser de inmediata implementación o el problema se irá agravando para una sociedad víctima de la inacción.
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