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Leyendo Mujeres de los mares, de Ana Alemany, descubrí a los habitantes de la isla de Jeju, una subpoblación de Corea con un idioma distinto y con una estructura familiar matriarcal. Entre ellos se encuentran las célebres buceadoras de Haenyeo, término que significa literalmente “mujeres del mar”.
Estas mujeres se sumergen hasta 15 metros de profundidad en apnea para buscar moluscos y otros animales marinos.
En un estudio publicado por la revista Cell el pasado mayo, Diana Aguilar Gómez, experta en genética poblacional en la Universidad de California en Berkeley, lideró el análisis genético de esta población de mujeres, que bucean aun estando embarazadas, revelando adaptaciones fisiológicas y genéticas únicas en una investigación que comenzó en 2019.
Explorando la hipótesis de que el buceo en apnea había moldeado los rasgos fisiológicos y genéticos de las haenyeo, identificaron una bradicardia pronunciada durante el buceo, un probable efecto del entrenamiento, pero, además, identificaron una variación con selección positiva en un gen previamente asociado con la tolerancia al agua fría, lo que podía contribuir a una menor susceptibilidad a la hipotermia durante las largas jornadas de buceo. “Las haenyeo han buceado tradicionalmente con trajes de algodón todo el año, incluso en invierno. Esta variante genética puede haber sido seleccionada porque ayudó a sobrevivir en esas condiciones”, según palabras de la propia investigadora.
El proyecto, realizado en colaboración con investigadores de las universidades de Utah, Seúl y Copenhague, comparó tres grupos: haenyeo activas de Jeju, mujeres no buceadoras de la isla y mujeres de otros lugares. Se analizaron rasgos fisiológicos como ritmo cardíaco, presión arterial o tamaño del bazo, y se llevaron a cabo experimentos conocidos como “inmersiones simuladas” Estos experimentos permitieron observar cómo el reflejo de inmersión, que reduce el ritmo cardíaco para conservar oxígeno, se activaba con mucha más intensidad en las haenyeo. Al analizar el ADN, también encontraron una región reguladora de un gen que puede disminuir la presión arterial, hecho especialmente relevante ya que facilitaría el buceo a las mujeres embarazadas. Según nos recuerda Melissa Liardo, otra de las investigadoras, “la forma en que la selección natural resuelve un problema específico, con un gen específico, puede dar pistas para desarrollar nuevos medicamentos”.
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