Sobre toros y política

Es una inveterada costumbre el debate sobre la fiesta de los toros. Tan redundantes y cansinos son los argumentos que se emplean que somos ya muchos (por lo menos entre los partidarios de la tauromaquia) que rehuimos el asunto con parecido espanto al que los vampiros esquivan la cruz. Sin embargo, al coincidir el período estival con las mayores y más importantes celebraciones de la tauromaquia, suele ser este momento propicio para que vuelva a surgir la polémica.

Así ocurrió en una de las populares retransmisiones que de los encierros de los Sanfermines hace Televisión Española. Acudía como invitado al estudio el ganadero Álvaro Núñez, propietario de los toros que se corrían en el encierro del día y que por la tarde lidiarían en el coso pamplonica Morante de la Puebla, Roca Rey y Tomás Rufo. Para sorpresa de los presentadores de Vive San Fermín, el ganadero improvisó un alegato en favor de los toros. “Me parece maravillosa esa atención hacia los encierros, pero me da rabia y requerimos lo mismo para el toreo, porque Morante (quizás el mejor torero de la historia) o Roca Rey (el diestro que más gente lleva a las plazas) pasan desapercibidos en esta televisión, no se habla de ellos durante el año y hay que remontarse a 2016 para encontrar la última retransmisión de un festejo taurino”.

“El encierro pone en valor el miedo que da un toro”, continuaba D. Álvaro. “500 personas muestran todos los días su valentía al correr delante de ellos, pero entonces cómo calificar al que por la tarde se pone solo delante del astado… ¡e intenta hacer arte! En cierta forma el encierro es para los toros lo que el calentamiento para un futbolista. La esencia del toro es su lidia, el momento en que cuando se le intenta someter no huye, sino que ataca”.

Remarcó que es un sinsentido que se le dé trascendencia a lo accesorio (las carreras) y que la corrida quede marginada, como si no existiera. En referencia a unas polémicas declaraciones en la EITB calificando a los toreros de asesinos, el ganadero tuvo el coraje de afirmar que a los que asesinan son a las personas y que, curiosamente allí, son los terroristas los que lo suelen hacer.