Topkapi

26 de octubre 2025 - 03:07

En el caso de que el robo de joyas que ha sufrido el museo del Louvre se llevara al cine, los espectadores se quejarán de una trama muy poco realista, casi infantil. Se sentirán decepcionados al ver lo fácilmente que los ladrones entraron por una ventana; la forma tan sencilla en que rompieron las vitrinas y el poco tiempo en que recogieron las joyas y se marcharon por donde vinieron. Todo ello con la anuencia de los turistas y los vigilantes que, pasmados, contemplaron el robo como si de una performance teatral se tratase.

El cine ha explotado repetidamente la fascinación que entre la gente despiertan los ladrones de guante blanco del tipo de Rocambole, Arsenio Lupin o Thomas Crown. Tanto es así que a los grandes atracos de obras de arte de la historia se les conoce como “robos de película”. De pequeño quedé maravillado cuando mi padre me llevó al cine para ver Topkapi. Un variopinto grupo de atracadores (Melina Mercouri, Maximilian Schell, Peter Ustinov…) viaja a Estambul con el propósito de robar la “Daga de Mahmud I”, una famosa joya de oro incrustada con esmeraldas y diamantes guardada en una vitrina de alta seguridad y perteneciente al tesoro del palacio de Topkapi.

Se describe con gran detalle la minuciosa preparación del golpe, pero sobre todo lo que me impresionó fue la pormenorizada secuencia de su ejecución. Rodada sin música y casi sin palabras, los espectadores vemos como se desenvuelven los ladrones por los tejados de la ciudad turca hasta llegar a la cúpula del palacio, la única manera de poder acceder al edificio. Una vez dentro, un acróbata (mudo) baja atado con cuerdas y a través de un sistema de poleas levanta la vitrina y retira la daga del maniquí que le sirve de soporte. Tras desandar el camino los ladrones escapan y solo el infortunio de un gorrión que se coló e hizo saltar la alarma les privó de su botín.

La película tuvo una gran acogida y la Daga de Esmeraldas y el Museo de Topkapi dieron un gran impulso a la industria turística turca. La réplica de la daga se convirtió en el souvenir más codiciado de Estambul. La película sirvió de inspiración para la serie de televisión y las películas de Misión imposible y en la primera entrega de la saga, Brian de Palma homenajeó Topkapi en la secuencia que cuelga del techo a Tom Cruise.

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