Terrorista o loco

07 de octubre 2025 - 03:07

Desconozco qué es exactamente un yihadista (en el sentido judicial y mediático del término). Sospecho que, cuando hablan de yihadismo, se están refiriendo a esa obsesión ideológica según la cual el islam debe expandirse por el mundo mediante el uso de la fuerza, asesinando a los infieles y a los que no se quieran convertir, si es preciso, hasta alcanzar el objetivo último de instauración de un estado o califato basado en la más rigurosa interpretación de la sharía coránica. Por eso no entiendo bien que creadores de contenido y periodistas sigan preguntándose y preguntándonos (a los que mostramos cierto interés por el juicio que acaba de dar comienzo en la Audiencia Nacional) si el repugnante de Yassine Kanjaa actuó en Algeciras como un yihadista, al servicio de una causa, o como un perturbado mental.

No puedo concebir como una acción juiciosa ningún acto de terrorismo. Lanzarse indiscriminadamente contra civiles inocentes con ánimo de herirlos o asesinarlos es siempre una sinrazón, una acción que carece de toda cordura. Por eso me pregunto dónde está la línea que marca la frontera precisa entre la locura y el terrorismo.

El terrorista no es un psicópata: hay tesis doctorales en la Red que lo evidencian; pero sí es un individuo impulsado por creencias ideológicas e influencias sociales que lo llevan a no ser capaz de diferenciar el bien del mal, a ignorar los derechos y los sentimientos de los demás, a comportarse violentamente. Es decir, el terrorista sí es un sociópata siempre. Padecen lo que ya se denomina trastorno de la personalidad antisocial.

La Fiscalía entiende que, de los exámenes practicados a Kanjaa, se deduce que sufre un trastorno psicótico pero que dicho trastorno no anula por completo sus capacidades mentales. ¿Cabe que, del examen psiquiátrico concienzudo practicado a un terrorista cualquiera de ETA, Hamás o Sendero Luminoso, pueda obtenerse un diagnóstico de lucidez o claridad mental? No lo sé, pero apuesto que no. Esconder una bomba en un juguete de niño, disparar contra el público de un concierto de rock hasta matar a noventa asistentes, estrellar un avión lleno de pasajeros contra un rascacielos… No me parecen actos propios de mentes sanas. Acabar a machetazos con un sacristán tampoco. Por eso insisto: Kanjaa es un terrorista y, como todos los terroristas del mundo, no puede estar en su juicio.

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