
La esquina
José Aguilar
Por qué no acaba la corrupción
El balcón
Alberto Núñez Feijóo ha anunciado un congreso del PP dentro de siete semanas para reforzar su poder. Ser jefe del Partido Popular sin el BOE deja en precario al inquilino de Génova, a merced de prensa conservadora capitalina mimada por Ayuso. Casado conoce el paño. Curiosamente, en vísperas de la convocatoria, el diario La Razón desconfiaba de Juan Manuel Moreno, otro posible sucesor de Feijóo: “Es a Andalucía hacia donde miran más las suspicacias de alguno de los que integran la guardia de corps del jefe de la oposición... En la corte de cualquier liderazgo de un partido siempre está el grupillo de los que se anticipan a las traiciones que intuyen contra quien les protege, o simplemente malmeten por intereses diversos, y eso es lo que ocurre ahora en el PP, con el foco no ya en Sol, sino en Sevilla”.
El italiano Giulio Andreotti acuñó una máxima que definía la lucha interior de los partidos: en la vida hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y compañeros del partido. Feijóo, con poca gracia, ha hecho la broma de que tras el cónclave del Papa viene el cónclave del PP. Sánchez le contestó, sieso, que puede entrar Papa y salir cardenal. (Se convocan para sustituir a pontífices muertos o dimitidos; en el caso de Casado, ejecutado). Pero Feijóo puede entrar cardenal y salir cardenal; el auténtico Papa en el PP sigue siendo José María Aznar.
Y la favorita de Aznar para el futuro es Ayuso, que anticipó la necesidad de convocar el cónclave porque había un runrún. Un diario digital, que navega del bulo a la trinchera, inició el runruneo con la exclusiva del congreso días antes. Se quiere cambiar el sistema de elección del líder. A Ayuso le gusta el actual, con voto de los militantes, mientras Moreno prefiere que decidan los delegados. En todo caso, en el PP esta semana ha habido sobre todo guasapeo. Los mensajes entre Sánchez y Ábalos, con una sarta de escarnios contra compañeros del partido o del gobierno, han sido la sal de los comentarios populares.
Pedro Sánchez no se lo ha tomado con humor. Se ha enojado porque se conozca su desafecto hacia quienes le rodean. Sin embargo, celebró que se filtraran los mensajes de Rajoy a Bárcenas, cuando se destapó la caja B del PP: “Nada es fácil, pero hacemos lo que podemos” (2012). “Luis, sé fuerte” (2013). Ahora El Mundo ha publicado los que Sánchez enviaba a Ábalos una década después. Por ejemplo, toda su solidaridad “ante los infundios que estamos viendo en los medios”, después de sacarlo del Gobierno y la dirección del PSOE. También, que Fernández Vara era un petardo impresentable, Page tocaba los cojones, Susana Díaz estaba jodida, Margarita Robles era una pájara y Lambán un hipócrita lamentable. Nadie pasaría un examen de sus mensajes de móvil, ciertamente, pero tanto desprecio al desnudo a los compañeros del partido erosiona al presidente.
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