Paco Guerrero
De Regalarte
Han robado en el Louvre. Unos cacos han profanado el museo más emblemático del mundo, el corazón cultural de la vieja –no es un recurso literario– y cada vez más desvalida Europa. Cuando me enteré de tan impensable hurto, no pude evitar imaginarme El robobo de la jojoya o algo parecido. El humor se ha convertido en mi mejor medicina ante la indignación, ante esos brotes cada vez más cotidianos y compartidos ante esa mezcla de maldad, inoperancia y corrupción que nos rodea y corroe.
El asunto es de poca broma. Se habla de que lo sustraído está valorado en unos 88 millones de euros. Pero el dinero es lo de menos cuando hablamos de joyas de un calibre incalculable, de tesoros legados por unas costumbres y unos tiempos que ya no existen.
El asalto al Louvre me lo tomo como una muestra más de la evidente debilidad del sistema de sociedad occindental europeo. Sin caer en conspiraciones ni apocalipsis varias, que para eso ya están minadas las redes sociales, sí me invita a reflexionar lo vulnerable de una Europa a la que hace tiempo que no se la respeta. Quizás nunca fue respetada durante el siglo anterior, en aquella época de bonanza y despegue, de democracias joviales que venían de tan cruentas guerras. Eso sí, amparadas en paraguas poderosos de alianzas a estrenar y, por supuesto, beneficiándose de esa calma que se escondía tras la verdadera pugna de la Guerra Fría.
Aquello es historia, los tiempos cambian y las sociedades también deben hacerlo para adecuarse a la constante evolución y las realidades que nos tocan vivir. Adaptarse o morir. Está escrito.
La sensación que tengo es que Europa hace mucho tiempo que no tiene un plan más allá de exprimir lo que queda del estado del bienestar y plegarse a los mandatos de EEUU, que es quien sigue marcando el paso ya sea con el malo o con el menos bueno.
La invasión de Rusia a Ucrania dejó en cueros las defensas de una comunidad de la que Reino Unido picó billetes y en la que Alemania y Francia apenas ejercen de meros figurantes internacionales. Lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Oriente Medio, en Gaza, más de lo mismo. El viejo continente no ha pintado ni pinta absolutamente nada más allá de ponerse en la foto. El concepto de Europa se ha reducido a poder usar el DNI para moverse en ciertas fronteras y poco más. Ni se gana lo mismo ni la vida cuesta igual. Si un día te cruzas con un matón, sálvase quien pueda. Y si roban en el Louvre, aquí no ha pasado nada.
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