Confabulario
Manuel Gregorio González
A lienación planetaria
El pasado domingo empezó a andar la nueva Comisión, órgano clave en la arquitectura institucional del funcionamiento de la UE. Los retos que se presentan para la presidenta Ursula von der Leyen en su segundo mandato son mayúsculos, tanto en su proyección exterior, como en su proyección interior.
Hacia el exterior, la situación internacional es completamente diferente a la época en la que empezó su primer mandato. Las características más determinantes son, en primer lugar, el buen número de amenazas directas e indirectas hacia Europa y, en segundo lugar, la difícil inestabilidad global. Ambos aspectos están profundamente interrelacionados. La guerra en las puertas de Europa consecuencia de la invasión rusa de Ucrania pone de manifiesto la dificultad de convivir con una potencia hostil a los valores que representa la Unión gobernada por un autócrata extremadamente peligroso. Esto significa, nada más ni nada menos, que hay una amenaza real de ataque al territorio europeo. Sin embargo, a pesar de haber logrado situarse en un lugar de liderazgo en la economía y comercio global, desde el punto de vista militar la UE es altamente dependiente de la OTAN y, en particular, de los Estados Unidos. Encontrar su autonomía estratégica, como ha insistido Josep Borrell, el saliente alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, es un imperativo que debe perseguirse hoy más que nunca. A las amenazas directas de Rusia hay que añadir las amenazas indirectas propias de la guerra híbrida, en las que además de Rusia hay que sumar otro buen número de actores y que presentan enormes desafíos a los que no sabemos muy bien si Europa está preparada.
La victoria de Trump en las presidenciales de Estados Unidos es también un importante factor a considerar. La desaparición de Estados Unidos como potencia líder del bloque democrático va a dejar un vacío difícil de sustituir. Su previsible inclusión en el bloque de países autocráticos va a plantear en un futuro no muy lejano graves amenazas hacia Europa, y no sólo comerciales.
Pero la proyección hacia el interior de la Unión Europea también presenta enormes debilidades. El giro político de las últimas elecciones al Parlamento Europeo ha erosionado el bloque central sobre el que se apoyaba la construcción europea, escorándola hacia la extrema derecha antieuropea que gana una importante capacidad de influencia en alianza con algunos sectores de la derecha tradicional que no han dudado en debilitar a la Comisión para la defensa de sus propios intereses nacionales, como ha quedado de manifiesto en la votación reciente de los miembros de la Comisión. En definitiva, la nueva Comisión debe abordar complejos retos y desafíos en un contexto interno e internacional inestable y peligroso.
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