Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Vox, un estado de ánimo
Hace tiempo que vemos con naturalidad razonamientos del tipo: “Has matado a alguien”, “Sí pero tú de pequeño pegaste un chicle en el pupitre”. Y el sentido común está siendo invadido por neolenguajes, y verbos adornados de togas y escaños.
Hoy se dan situaciones que hace tiempo hubieran sonrojado hasta al mismo Valle Inclán y sus esperpentos y pienso que si en el Parlamento y en los Tribunales hay hechos que no tienen nada que ver con el sentido común y aun así son aceptados y jaleados, es que algo falla.
Valle usaba esa técnica literaria que consiste en una deformación sistemática y grotesca de la realidad para criticar de manera satírica la sociedad, creando una visión del mundo como una farsa trágica que se ve a través de un espejo cóncavo. El problema es que quienes deforman la realidad no la deforman toda, sino solo la parte que quieren aniquilar y que luego romperán esos mismos espejos para que nadie más pueda pervertir las cosas como ellos hacen.
Son muchos quienes están jugando al margen de las normas para pervertir una situación que ni les gusta ni aceptan. Nada nuevo. Acepto la Constitución hasta que me toca reventarla, pero siempre en beneficio de la propia Constitución.
Y no sé si es una actuación orquestada o no, pero me recuerda a los zapadores de un ejército, esos que van minando las posiciones enemigas hasta que se derrumban sin necesidad de ataques ni bajas. Y hay zapadores en muchos otros campos.
Y recuerdo un dicho referido a la justicia, del que cada día estoy más convencido:
Al amigo, el culo;
al enemigo, por el culo;
y al indiferente, la legislación vigente.
Y como estoy poético hoy, también me acuerdo de los versos de Machado que dicen:
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
Si a alguien le queda alguna duda sí, me estoy refiriendo a la no sentencia que afecta al fiscal general del Estado. O a Begoña Gómez y su acusación infinita porque sí. O a las no actuaciones en casos bestiales que duermen el sueño eterno porque a alguien no le ha dado tiempo a tomar café ese año.
Porque hay algo peor que no respetar las reglas, y es cambiarlas a mitad del partido para conveniencia de solo uno de los equipos. Contra eso no hay defensa posible.
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