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Pruebas de diagnóstico

21 de mayo 2025 - 03:05

Hoy sería el día más apropiado para escribir sobre la ola de Eurovisión que borra todo lo ocurrido en España, desde la Dana al apagón, pero como maestro prefiero quedarme en mi clase y centrarme en las pruebas de diagnóstico que la semana pasada realizamos en cuarto de primaria y en segundo de ESO.

El realizar pruebas que puedan darnos datos de los conocimientos, habilidades y valores es importante. Aunque otras facetas tan trascendentes para la vida como las anteriormente indicadas también son el desarrollo del pensamiento crítico, de las habilidades de comunicación, del trabajo en equipo y del desarrollo emocional, que también trabajamos en los colegios y de ellas se habla mucho pero después se valoran poco. En resumen, pruebas de diagnóstico sí, pero de otra forma y no para echar la culpa al docente.

Cuando los doctores y doctoras realizan pruebas de diagnóstico es para ayudar a identificar enfermedades o condiciones médicas en un paciente. En educación se plantean como instrumentos que debe identificar las fortalezas y debilidades del alumnado y dar a conocer sus conocimientos previos y necesidades de aprendizaje. Por desgracia, el sentir que tenemos el profesorado no es este. Según el sindicato CSIF, la mayoría del profesorado coincide en que estas pruebas aumentan la burocracia, reducen el tiempo de enseñanza real y no reflejan el contexto del aula. Los datos que todos los años nos llegan es que los niveles continúan bajando y los cambios que se realizan no mejoran la situación, sino todo lo contrario. Las reformas educativas son reformas políticas, de partido, y no pedagógicas. El objetivo es crecer, aprender y no una nota. Debe preocuparnos más el adquirir habilidades que el tener un número en un boletín de notas. El proceso educativo tiene que ser colaborativo entre familia, colegio y administración, y no una guerra de trinchera donde cada uno nos vemos como los buenos y los otros como el enemigo. Debemos usar otras herramientas: creativas, cooperativas, donde la curiosidad, la práctica desde el error, como el teatro, se conviertan en gasolina del aprendizaje.

Plantearnos la educación a base de premios y castigo es absurdo, pero también es extravagante plantearnos una educación sin esfuerzo, en la que solo existe el éxito inmediato, múltiples gratificaciones en edades muy tempranas y más que formar para una vida futura, la deforma.

Os recomiendo una lectura, la distopía Walden Dos: Hacia una sociedad científicamente construida, de B. F. Skinner, padre del condicionamiento operante, del conductismo, en el que nos plantea una comunidad que avanza con premios o castigos, sin tener en cuenta otros factores como son nuestras emociones y sentimientos.

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