Sólo cierta forma de supremacismo ideológico en estrecha alianza con una superioridad moral autoatribuida permite a la izquierda gobernante y canónica decidir e imponer qué es lo progresista y qué es lo reaccionario. A veces acierta en el discurso y a veces desafía la lógica y el sentido común.

Como cuando afirma, en la última noche electoral, que “somos muchos más los que queremos que España avance”, asignándose al bloque que lidera Pedro Sánchez la condición de progresista y único partidario de que España avance. En realidad, ni son muchos más que los partidarios de que España no avance –siguiendo su concepto–, ni son todos progresistas, ni siquiera son todos favorables a España: a algunos España no les importa absolutamente nada, y otros le desean lo peor.

A decir verdad, el Gobierno de los últimos cuatro años ha hecho cosas netamente progresistas, como la subida del salario mínimo, la ley de la eutanasia, el escudo social durante la pandemia y los impuestos excepcionales a la banca y a las energéticas. Medidas justas y en favor de los más vulnerables. Otras fueron más bien populistas y demagógicas, falsamente avanzadas o ineficaces.

Y luego están las directamente reaccionarias o enemigas del progreso. Porque,¿qué tiene de progresista indultar a quienes se pusieron la Constitución por montera y trataron de desgajar una parte de España? ¿Qué progreso supone eliminar el delito de sedición, salvo para los sediciosos, y aliviar el de malversación, salvo para los malversadores? ¿Cómo ha progresado la sociedad o ha mejorado la situación de las mujeres con una ley que ha puesto en la calle a violadores y agresores ya condenados? ¿Qué avance significa que el Congreso de los Diputados necesite pinganillos para que se entiendan sus 350 parlamentarios que dominan una lengua común, que tienen el derecho y el deber de conocer, como si estuvieran en un foro internacional? Sólo beneficia al honrado gremio de los traductores...

Esto funciona como una especie de catecismo para papanatas. ¿Qué es progreso y avance? Lo que hacen o proponen los progresistas. Lo demás es la reacción, la caverna, el golpismo, de donde nada bueno podemos esperar. Y si la izquierda gobernante y canónica rectifica de un día para otro, no importa. Se le sigue de todos modos, en la confianza de que es moralmente superior. Diga lo que diga y haga- lo que haga.