NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Ana es una estudiosa chica que tras terminar su carrera y realizar un máster en enfermedades infecciosas en Madrid se dio cuenta de que seguir con su tesis doctoral en España era tremendamente complicado. En la mayoría de los casos no se cobra nada, salvo que, al albur de la engorrosa burocracia y la aleatoriedad de las convocatorias, se obtenga una beca. Ana decidió probar suerte en otros países y se decantó por un laboratorio en Sudáfrica. Se quiso especializar en el virus del VIH y se encontró con todo tipo de facilidades. Además de su trabajo en el laboratorio, pudo ganar experiencia investigadora acudiendo a numerosos congresos fuera del país con todos los gastos pagados. Tras terminar el doctorado, Ana optó por seguir formándose con un postdoctorado en Múnich. En Alemania, el sueldo para un investigador junior se sitúa entre los 2.700 y 2.900 euros al mes y, además de trabajar en el laboratorio, se le permite formarse como profesora de Universidad.
Este es uno más de los muchos casos que ejemplifican la bochornosa fuga de talentos –o de profesionales cualificados– que año tras año abandonan el país por las precarias condiciones laborales que aquí se les ofrecen respecto a los países de nuestro entorno. Bajos sueldos, temporalidad y un futuro incierto es lo espera a estos jóvenes que tras años de estudio se enfrentan a un mercado laboral que no les ofrece oportunidades y, sobre todo, a una sociedad que les desatiende y, no pocas veces, les menosprecia.
Hace unos pocos días, el presidente del gobierno recibió en la Moncloa a Melody, artista cuyo hecho más relevante hasta la fecha había sido popularizar El baile del gorila y que ahora nos representaría en Eurovisión y a la que no dudó en alabar por “su entrega, talento y trabajo”. No me imagino al señor Sánchez (ni a ningún otro político) haciendo lo mismo con Alicia Calderón, doctora en ciencias físicas especializada en el rastreo de la materia oscura del Universo, ni con Elena García, ingeniera industrial que crea robots capaces de mejorar la vida de las personas con lesiones medulares o con María Blasco, referente mundial en el estudio de los telómeros, segmentos cromosómicos esenciales para combatir el cáncer o el envejecimiento. Este desdén hacia la ciencia se refleja en la exigua financiación que tanto las instituciones públicas como las entidades privadas destinan a la promoción del saber y el conocimiento. En cambio, no les duelen prendas a la hora de subvencionar eventos y saraos de carácter preferiblemente folclórico tal como los dos millones de euros que la Junta ha gastado para que varios pasos de Semana Santa procesionasen (con toda su parafernalia)… ¡por Roma! Las piedras del Circo Máximo y el Coliseo (donde los leones se comieron a tantos cristianos) fueron testigos de un grotesco espectáculo. No hay duda: ¡menos ciencia y más circo!
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