Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
Es difícil estimar cuántos alumnos de Castellar, Jimena, Tesorillo y otros puntos del Campo de Gibraltar pasaron por sus clases de apoyo, pero con seguridad que fueron varias centenares. Tras más de 20 años trabajando como profesor particular de Matemáticas, Física, Química, Economía y todo lo que tuviera que ver con los números, Alfonso Palacios, el de las Matemáticas, como se le conocía en Castellar, ayudó a muchos jóvenes estudiantes a superar las asignaturas que más se les atragantaban.
Varias generaciones de chisparreros lamentan el fallecimiento de Alfonso, del que se tuvo conocimiento este sábado. Generaciones que año tras año superaban las mencionadas asignaturas gracias a su don para enseñar y el cariño que profesaba a sus alumnos. Desde secundaria, pasando por bachillerato hasta los estudios universitarios, los jóvenes acudían a él para que les ayudará a entender en qué consistían esas cosas llamadas integradas, raíces cuadradas o derivadas, que explicaba como nadie.
Cada tarde, aproximadamente una hora después de que terminara el horario escolar, en su puerta ya se acumulaban una decena de alumnos que esperaban su turno para comenzar las clases, entre el nerviosismo de saber que pronto se acercaba un examen que no entendían del todo y la seguridad de que el de las Matemáticas les sacaría de dudas en breve. Esa imagen se repetía cada día hasta aproximadamente las 22:00 horas, cuando llegaba la última remesa de estudiantes.
Dar clases con Alfonso era un privilegio. Su humor socarrón y su sarcasmo hacían sonreír a sus estudiantes mientras intentaban descifrar ecuaciones y derivadas. Su don para enseñar era único. No le importaba repetir las veces que hacía falta la explicación, aunque en pocas ocasiones era necesario que lo hiciera. Y cuando se acercaba la fecha del examen, el día antes, clase suplementaria de apoyo, sin cobrar un extra. Simplemente quería que los suyos aprobaran.
Comentaba a veces, jocoso, que los profesores de los institutos "no lo tragaban", porque él hacía comprender a los estudiantes lo que ellos, con sus carreras, no conseguían. Porque Alfonso no había terminado su carrera, ni falta que le hacía. Los números formaban parte de su cerebro y su forma de enseñar era innata.
Con la llegada de la pandemia y las restricciones sanitarias, dejó de poder recibir a sus alumnos presencialmente y empezó a dar clases telemáticas. Montó en su salón su pequeño estudio de grabación y siguió haciendo lo que mejor hacía, a través de un monitor, con su academia digital La pizarra de Alfonso. Pero no era lo mismo, porque a él le llenaba mucho el contacto directo con sus chicos, a los que poder hacerles bromas mientras compartía su conocimiento con ellos. Lamentablemente su proyecto ha quedado inconcluso, pero en YouTube aún podemos verlo explicando como nadie lo que casi nadie entiende y en la memoria colectiva de varias generaciones de chisparreros siempre quedará el recuerdo de el de las Matemáticas, el hombre que les enseñó a comprender los números.
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