Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El piro de Juanca

La expresión paradero desconocido no suele aplicarse a gente entre la que la confianza es mutua

Han sido múltiples las definiciones que hemos oído y leído estos días de lo que ha hecho Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias -para abreviar, Juanca, ¿por qué no?, así, con castizo y campechano compadreo, tan español-. Tenemos, según lo ven unos y otros -desde filósofos a vendedores de almendras-, salida, marcha, fuga, huida, abandono, expulsión, exilio, autoexilio... términos a los que, ya puestos, podría añadírseles filoexilio, paraexilio, metaexilio, preexilio, pseudoexilio, exoexilio. Lo que sea. Se podría hablar también de unas vacaciones forzosas. De lo que sí ha dado muestras Juanca, si se tiene en cuenta el nivel de cascadura que ofrecía su imagen en los últimos tiempos, es de algo de lo que se habla mucho, cada vez más: movilidad. Enorme. Tanta, que no se sabe aún si está ahí, a la vuelta de la esquina, o hay todo un océano de por medio. En esto, sus más acérrimos defensores deberían entender que cunda el mosqueo entre otros que no lo son tanto. Porque aquí brota la expresión paradero desconocido (o no conocido por todos). Y no suele aplicarse a gente entre la que la confianza es algo mutuo.

Yo creo que lo que Juanca ha hecho ha sido darse el piro. Tal vez digo esto por edad. Puede que sea una expresión en desuso. Pero se entiende mejor que todas las demás. Dado que Juanca es el actor principal de la transición y puesto que uno de los grandes cronistas del tardofranquismo y de todo lo que vino después fue Umbral, me parece más acertado para referirnos a lo ocurrido el lenguaje cheli de aquella época que el escritor promocionó y difundió.

-Junco, me las piro -le habría dicho Juanca a su abogado, Javier Sánchez Junco, una de esa personas cuyo segundo apellido solapa por completo al primero: ya saben, Margallo, Rubalcaba, Zapatero, Ayuso, Bonilla...

-¿Señor? -habría respondido Junco.

-Que me abro -insistiría Juanca, creyendo que así aclara algo la jerga.

Pero Junco seguiría confuso, aturdido. Los abogados tienen la suya propia.

-Me najo -insistiría el rey emérito, ahora en plan calé.

-Sigo sin entender, señor.

-Que esto va a ser una puerta.

-¿Cómo dice?

A lo que Juanca respondería tarareando: "Adiós, amigo, Goodbye, my friend,Ciao, Ciao, amigo, Arrivederci, Auf wiedersehen".

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