Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
El PP andaluz ha celebrado su congreso regional y no solo para bendecir al inatacable y revalorizado presidente Moreno Bonilla. También para sentar las bases frente a los próximos desafíos electorales. Destaca la presencia muy importante de miembros del PP gaditano en la cúpula regional y la unción de Antonio Sanz como indudable arquitecto político y cerebro organizativo del partido. Lamentablemente no se ha visto conveniente dejar ni una silla en los órganos de dirección para ningún afiliado campogibraltareño. De toda la comarca solo sobrevive en el politburó andaluz el alcalde de Algeciras, incluido por obligación reglamentaria como regidor de una gran ciudad.
Un vacío tan clamoroso que ni en los tiempos de oposición el PP comarcal tuvo tan poca voz. A ello se une la ausencia de dirigentes locales en puestos de alta responsabilidad en el Gobierno andaluz. Y eso solo arroja un mensaje: el Campo de Gibraltar pierde influencia, peso y capacidad de interlocución en las cocinas del PP andaluz, donde se deciden las inversiones y las estrategias territoriales. Es innegable frente al eje Cádiz-Jerez. De ser un territorio clave, donde Moreno Bonilla proclamaba que Algeciras estaría en la primera línea de su agenda, donde inauguraba precampañas y presumía de sus visitas a la ciudad, ahora parece que ha olvidado su inquebrantable compromiso con la comarca.
Y el error de cálculo del PP puede tener además un muy negativo efecto colateral, que dudo hayan previsto. Ha dejado al Campo de Gibraltar sin voz, y en política el silencio y el desprecio es terreno fértil para otros. Juan Franco, astuto como nadie (y gracias) lo sabe. Y los votantes de la comarca valoran su gestión eficaz, pragmática y alejada de posturas doctrinales y etiquetas. Ello seduce a cada vez mas campogibraltareños cansados del abandono presupuestario que sufren por los dictados de Sevilla o Madrid. Y si el PP no respeta a la comarca, la comarca encontrará a quien la escuche. Eso incluye a muchos desencantados votantes del PP, y quien lo niegue o está ciego o no se atreve a contemplar ese escenario. Todo sin que nadie explique las causas de este desprecio.
Se pueden intuir como con los finales de las series intrigantes como Perdidos, por ejemplo, donde cada uno sacó una interpretación. ¿Estaba Jack muerto desde el principio de la serie? ¿Muere durante o muere al final de la última temporada? Eso sí, todos sabían que acaba muerto.
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