Pam & Liam

Cuerda Desatada

14 de agosto 2025 - 03:04

Todos los conocemos. Ella y su bañador rojo protagonizaron las carreras más ansiadas a orillas de la playa a principios de los 90; él es un tipo que nos introduce en una extraña zona de confort haciendo lo que los irlandeses mejor saben hacer: liarla parda.

Pamela Anderson y Liam Neeson llevan un tiempo paseándose de la mano por alfombras rojas y platós, poniéndose ojitos y protagonizando una miríada de fotografías cursis y encantadoras. Ella sonríe como una quinceañera pizpireta en su granja de manzanas en Arkansas (no sé si hay manzanas en Arkansas); él la mira como si estuviera hecha de aire. Si es una táctica de promo para su nueva película (Agárralo como puedas), es la mejor táctica de promo de la historia, porque no lo parece.

Lo cierto es que a Anderson, a quien había perdido la pista por completo desde su absoluto como chica neumática, la retomé hace meses en algún photocall –quizá en el de San Sebastián–, con pinta de cara lavada, y estaba magnífica. Hubo muchos, por supuesto, que dijeron que cómo podía ser, que qué había ocurrido, que dónde estaba su musa de las zancadas a cámara lenta. El resto del mundo nos maravillamos. Fue la excusa para descubrir que Pamela Anderson tiene un jardín que le encanta, que parece una persona rodeada de días apacibles y que ha escrito un libro de cocina, de esos con limonada de ruibarbo y pan de verdad. Un poco la hermana Mitford que, entre nazis furibundas, comunistas en nuestra Guerra Civil y guionistas en Hollywood, decidió quedarse cuidando a las gallinas.

Gracias a este romance –esperemos que no sólo de verano, y no de conveniencia–, sabemos que Liam Neeson no había pensado mucho en estas cosas de pareja desde que hace años murió su primera mujer, la actriz Natasha Richardson. Y de repente, con más años que un bosque (cuenta 73 castañas, el camarada), se liga a la chica absoluta de Los vigilantes de la playa. Tiene todo el sentido. ¿Por qué? Porque la vida imita al arte y, ya en Love Actually, al personaje que interpretaba Liam Neeson (también viudo) le terminaba haciendo guiñitos Claudia Schiffer. Y si me dicen que desde cuándo Love Actually es arte, yo les diré: “Desde el minuto uno”.

Somos legión los cautivados por la historia de amor de Pam y Liam. Creo que estamos faltos de buenas noticias, de esas que burlan durante un momento el desastre. Y ellos dos son un buen ejemplo de que, a pesar de la mítica y las alharacas, el amor más importante no es el primero: es el último.

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