Paco Guerrero
De Regalarte
Pues no que llevo un par de días pensando que nuestro Pedro Sánchez va a ser Premio Nobel de la Paz... y es que me he puesto a encajar y podría cuadrar. Trump lo quiere para él, pero eso sería macabro, como otorgar la distinción de donante del año a Drácula. Entre susto y muerte hay que arriesgarse a morir del susto, el yankee ha de ser desmontado como opción y para ignorarlo sólo cabe tener una alternativa.
Pedro Sánchez, cómo no. La imagen que nos venden los medios españoles no tiene que ver con la del exterior, aunque nos quieran engañar; yo ni le voto ni me fío, pero ni es el rojo peligroso que pretenden ni, que sepamos, sus niveles de corrupción son mayores que los de gobiernos anteriores: González, Aznar y Rajoy, pura carroña legal y económica... parece un cándido intentando gustar a su suegro (hostia, la cagué).
Fuera pasa por progresista eficaz: los datos de crecimiento, los estándares de fiabilidad para la inversión, su capacidad para negociar hasta con el abogado del Diablo... por mucho que duela no tiene una imagen que comprometa (sí, le quedan maravillosamente los vaqueros). Y además ahora es un mártir, que eso viste.
Cuando nadie se atrevía a llevar la contraria al cada vez más aislado Netanyahu, nuestro amado líder le echó bemoles y sostenidos, se señaló, incluso con su momento de paria en las reuniones internacionales; ha soportado quedo, taimado y humanista que un genocida lo llame nazi. Esta es la etapa de sufrimiento que en el paradigma todo héroe debe sufrir. La ha pasado y aprobado; de repente, ahora todos se apuntan a su vanguardia, nada menos que England y la France, mientras Netanyahu, en un renuncio freudiano quiere ser superespartano-ano-ano... perdonen el eco, y se va quedando solo aferrado a ese terrible niño malcriado senecto que quiere jugar a Calígula.
Fíjense, hasta S. M. don Felipe ha dado un discurso afín en la ONU, él, que sólo se pringó cuando lo de la Catalunya lliure. Y ahora todo el mundo comienza a decirlo, a rumorearlo, es modelo de Gobierno por la paz y el mundo puede construir sobre esta fama aunque sea mentira. Yo no creo que lo merezca, pero para que se lo den a Trump, Netanyahu, Abascal o Feijóo (nótese la cadencia degradante) que lo tenga éste; ya se lo dieron a Obama, Arafat, Peres y Rabin, no iba a desentonar frente a la barbaridad, al genocidio que el Gobierno de Israel está provocando. No Israel ni los judíos, recordemos. Y tendríamos salsa rabiosa tertuliana para un año o más. El de Literatura, para mí, para aprovechar el viaje.
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