Navajas suizas y jueces

14 de mayo 2025 - 03:05

En estos días hemos asistido al interrogatorio de un juez (de esos que accedieron al puesto por ese difuso y socorrido criterio del “reconocido prestigio” en ámbitos jurídicos, nada de oposiciones ni zarandajas) al ministro de Justicia. Hasta aquí todo normal aunque algunos pretendan disfrazarlo de anomalía democrática de dimensiones bíblicas. Y es que últimamente todo son catástrofes apocalípticas y roturas de identidades e ideales de destino en lo universal.

Lo que es para mí sorprendente es el manejo de la psicología y de las intenciones que hace el señor juez en el interrogatorio. Porque parece que ser juez es usar de una sabiduría renacentista, donde entiendes de todo, nada se te escapa y puedes hasta discernir los pensamientos más profundos de cualquier mente normal.

En una de estas le soltó un “no esboce usted una sonrisa” de traca, seguida de una interpretación de qué es lo que el ministro decía, lo que él decía que decía y lo que tendría que decir según el Manual de Declaraciones de un Testigo, de próxima aparición en los kioskos. Daba igual cualquier tipo de precisión o aclaración, siempre cabía un “estos son mis mengues morenos, que para eso soy el juez” y solo le faltó el socorrido “no sabe usted con quién está hablando” de los que anulan voluntades.

Por lo visto, las oposiciones (jejeje) a juez te dan una impronta en tal cantidad de materias que ríase usted de los expertos. En este caso, apreciaciones lingüísticas que a mí, como aspirante a antiguo filólogo de hispánicas me hacen recapacitar sobre qué estudié en la carrera, pero bueno, yo no soy juez. Y tampoco recuerdo mucho qué estudié, la verdad, aunque por amigos de entonces sé que vimos mucha língüistica de todo tipo y hasta analizábamos y entendíamos textos y discursos... ¿qué cosas, no?

También me resultaron significativas las declaraciones de otro juez, uno que según él mismo ha dicho, es el que menos trabaja de España. Sobre unas apreciaciones sobre el consentimiento soltó un educadísimo: “De repente se creyeron que estaban enseñándonos el mundo. Nos intentaron explicar qué es consentir... A un jurista, que llevamos desde el Derecho romano sabiendo lo que es el consentimiento. Y el expreso, y el consentimiento tácito, y los actos consecuentes. Y mil cosas más que nunca aprenderá Irene Montero desde su cajero de Mercadona, ni nos podrá dar clases a los demás”.

Claro, si cita el Derecho romano, todo lo demás sobra, que ya se sabe que es el gran comodín y nada ha cambiado desde entonces. ¡Pero eso es jugar con ventaja de juez! Y además, una cajera de Mercadona, que si al menos hubiera sido de Lidl, pero de Mercadona... ¡habráse visto tamaña osadía!

También he visto a un juez discutirle, y acusar por ello, a un antiguo delegado de Empleo de la Junta, gran jefe y mejor amigo, porque según él, una persona que estuviera trabajando no podía inscribirse como demandante de empleo. A la porra los convenios internacionales, la legislación española y la cantera del Real Madrid.

Pero bueno, también he visto naves ardiendo más allá de Orion, o sea, que no hay que hacerme mucho caso, que ni soy jurista ni tengo reconocido prestigio. Ni siquiera prestigio a secas. Y digo yo... ¿y si en vez de jueces, algunos de estos en realidad son navajas suizas?

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