Antes de ser modernos

27 de junio 2025 - 03:05

Hubo un tiempo en que no éramos tan modernos. La sociedad se dividía en hombres o mujeres. Al resto, se les perseguía o ignoraba. Antes de descubrir “Les” como categoría, uno de los eventos sociales y televisivos consistía en elegir, primero en cada provincia; luego a nivel nacional y finalmente con carácter Universal, a la Miss del año. Había también una versión masculina, pero nunca alcanzó el nivel de notoriedad del concurso en el que a las jóvenes participantes, les preguntaban por sus deseos más personales, y todas sin excepción, contestaban que “la paz en el mundo”.

Hoy aspirar a vivir sin disputas es una idea tan desfasada, como los certámenes de mises ¿Quién necesita paz cuando podemos tener conflictos y guerras emocionantes? ¿Qué sería de Hollywood sin las películas de guerra? ¿Y de los medios de comunicación sin los titulares sobre conflictos internacionales?

Además, la paz no genera ingresos. Las industrias de armamento y defensa prosperan gracias a los conflictos. Los gobiernos invierten millones en tecnología militar; la paz en cambio no tiene un modelo de negocio viable, porque no vende. Sin embargo, los enfrentamientos impulsan la innovación. La carrera armamentista ha llevado a avances tecnológicos que ahora utilizamos en nuestra vida diaria. Sin guerras, no tendríamos internet, GPS ni muchas otras comodidades modernas. La paz, en cambio, nos estancaría en un estado de complacencia y falta de creatividad. Las larguísimas galas de Miss España desaparecieron de las parrillas televisivas por aburridas, cuando las cadenas descubrieron que las broncas entre los protagonistas cubiertos por edredones eran mucho más atractivas para sus televidentes, que contemplar a aquellas aspirantes a azafatas de concursos soñar con la paz mundial, una aspiración obsoleta. Ahora somos más modernos, celebramos los conflictos y disfrutamos del caos que nos rodea. Hablamos de las guerras como si se trataran de episodios de una teleserie, o crónicas de una competición deportiva en la que todos pertenecemos a un bando al que consideramos nuestro equipo.

Así es la vida ahora, pero quizás Trump, Abascal, Ayuso, Putin, derroten a tanta cultura woke y recuperen los certámenes de mujeres en bañador y corazón pacifista, en los que Cerdán, Koldo y Ábalos participarían como jurados dada su probada condición de especialistas en el alma femenina.

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