María Jesús, vente ya

01 de diciembre 2025 - 03:07

María Jesús Montero tiene una carrera marcada por la gestión ejercida en posiciones de poder. Nadie duda de su capacidad de trabajo, ni siquiera sus críticos, pero tampoco ha tenido ocasión de demostrar cómo se desenvuelve en la oposición. En enero fue proclamada nueva secretaria general del PSOE andaluz, un partido varado desde diciembre de 2018, cuando los socialistas perdieron el poder en la región que siempre fue un bastión del partido del puño y la rosa, inexpugnable incluso en tiempos de mayorías absolutas del centro-derecha en España. Acabará el año sin que Montero haya dado el paso de consagrarse al cien por cien al objetivo andaluz. Es evidente que no quiere prescindir de la plataforma que genera un cargo tan preeminente en el Ejecutivo de la nación. Un partido como el PSOE necesita en Andalucía alguien al frente de forma permanente, sobre todo porque las Casas del Pueblo no tienen la vida de los años 80, el partido sigue de brazos caídos, pinchado en muchos sitios y con necesidad de una revitalización orgánica. Si el PSOE se conforma con que el PP pierda la mayoría absoluta, el objetivo es pobrísimo. Si Montero comienza 2026, año electoral andaluz, sin anunciar su dedicación exclusiva a Andalucía, el mensaje es muy evidente. Estaremos ante el enésimo caso de tacticismo político, entendible desde la teoría de no soltar el poder ni con agua caliente, comprensible para algunos analistas, periodistas y politólogos, pero no tanto para la enorme masa de ciudadanos que necesita seguir creyendo en la política. Andalucía merece líderes centrados en la gestión que estén siempre en el territorio. Solo así se consigue la verdadera fiscalización de la gestión del Gobierno autonómico, solo de esa forma se gana la credibilidad que genera resultados a largo plazo, dicho sea sin olvidar que formar parte del Gobierno de Sánchez es gobernar en precario y estar sometida a los vaivenes de los casos de corrupción. El peor mensaje sería que el Gobierno cayera por una convocatoria de elecciones y entonces Montero se viniera ya a Andalucía porque no le quedara otra opción. Sería por necesidad, no por convicción. Creer en el PSOE andaluz de los 80, 90 y principios de siglo era fácil. Hacerlo ahora es tarea compleja: hay que sanar al herido, trabajar en cientos de pueblos y dirigir una oposición que hasta se ha pasado de rosca con el primer gran asunto delicado que ha dañado al Gobierno, el de los cribados de cáncer.

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