
El balcón
Ignacio Martínez
Runrunes y guasapes
Diafragma 2.8
Algeciras/Y se nos fue el argentino que jugó para todo el mundo, ese que abrió ventanas en el Vaticano que, ojalá me equivoque, otro vendrá que las irá cerrando. Personas como él son los elegidos; aparece uno cada muchos años. Sí, hubo humo blanco, pero él no vino a vendernos humo, siempre con los mismos zapatos y los pies en el suelo, como esos tantos que él lavó y besó de personas sin techo, delincuentes o parias. Pidió perdón por delitos que no cometió y se ganó con hechos ser el digno representante de Dios en la tierra.
Puede que creas o no, pero él creyó en todos. Francisco nunca perdía la Fe, se saltaba los protocolos y cuando en situaciones delicadas se necesitaba coraje, él no se escondía. Fue humilde hasta en el adiós, con una despedida austera, totalmente diferente a la de sus predecesores. Deja una huella que con el paso del tiempo veremos lo inmensa que era; sacrificio y bondad sembró. Pienso y siento que fue el último Papa que se calzó las sandalias del pescador. Amén.
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