Israel, conviértete

23 de mayo 2025 - 03:05

Leo a Hobsbawm, dice que en cifras de víctimas ninguna puede ser sino vergonzosa y que la excusa no es más que justificación. Complicidad necesaria. Ya he abogado por la regulación radical de la guerra, imposible sin un Tribunal internacional amparado por un Estado planetario que lo garantice.

Eli Wiesel se autodenominaba terrorista cuando los sionistas aspiraban a constituir el Estado de Israel tras el Holocausto y contra el protectorado británico, literalmente dice que el terror de los ingleses aceleraría el proceso de creación de su nación. Terrorismo. Ningún país es más que el resultado de procesos políticos, casi siempre violentos, y las patrias se pueden disolver en entornos cada vez más pequeños hasta llegar al individuo y sus recuerdos sentimentales, no hay más.

Israel es un invento como otros, pensar que su existencia la garantizan la Historia o las creencias es ser un fanático. La autodefensa es un principio admitido, eso no se duda; la destrucción sostenida en el tiempo contra una región, por mucho que el terrorismo (concepto siempre ligado a una perspectiva histórica) esté imbricado en ese territorio, conlleva la aniquilación sistemática de miles de inocentes, y la primera obligación de un gobernante legítimo debe ser evitar el sufrimiento del ser humano.

No hablo de política, hablo de Humanismo, de Humanidad. ¿Controlar el alimento, el agua, la salud, como arma de guerra? ¿Arrasar a quien no tiene opción de defensa es guerra o ataque (con la excusa del grupo terrorista ¡financiado por ellos mismos!)? ¿Ocupar los territorios arrasados es guerra o conquista? ¿Bombardear hasta provocar una matanza en la que un tercio de las víctimas son niños está justificado por la autodefensa?

Los judíos cuentan hasta ahora con la simpatía de la Tierra por el sufrimiento del Holocausto. Netanyahu y su Gobierno están dilapidando ese dolor compartido repitiendo un genocidio (DLE: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”) que no me atrevería a comparar, aunque la finalidad empiece a parecerse. Siento una pena infinita por la víctimas de Hitler, cuestión sobre la que no paro de leer y pensar porque considero que entender cómo el mal absoluto puede adueñarse de la conciencia de una nación es la solución a muchas veleidades criminales.

A Bibi no le preocupa y está generando un desprecio que por mucho que disfrace de antisemitismo no es más que antihijoputismo. A quien sea antisemita, que lo folle un pez; a mí que nadie me llame racista por denunciar a un asesino. La desproporción de víctimas, la brutalidad de la ejecución, el desprecio por la población, la movilización organizada de la misma y la sistemática absorción de sus territorios por parte de un Estado que no tiene legitimidad... muestran el Delito de Lesa Humanidad que está situando al Estado de Israel (“pueblo judío” no es más que una expresión poética) fuera del Derecho, y hay responsables concretos. Si el Estado de Israel detuviera a Netanyahu y lo pusiera a disposición de la justicia, nos quedaría una esperanza.

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