Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Asedio, bombardeos, destrucción, hambruna, terror, carnicería. Todo esto es genocidio. No podemos mirar para otro lado. ¿Nos suaviza la culpa colectiva tirar cuatro vallas? Una bandera palestina cuesta 10 euros ¿Ondearla ayuda?
Hamás o Netanyahu, con ninguno de ellos. Hamás ha demostrado que no son democráticos. Son totalitarios, machistas, homófobos, secuestradores, asesinos y terroristas. Pero a la vez cuando se realiza una respuesta bárbara desde un país occidental, civilizado, pierde justificación, deja de ser una defensa para convertirse en una agresión. Que Hamás sitúe sus centros de mando en hospitales, colegios o campos de refugiados como escudos humanos no es de sorprender, pero que un gobierno “civilizado” los bombardeara asumiendo la muerte de civiles como daños colaterales es de bárbaros. Es tan importante el objetivo como el medio para alcanzarlo. A Netanyahu le importa poco los rehenes judíos, es su excusa para la invasión y destrucción de Gaza.
Entre Hamás y Netanyahu existe un tercer sujeto, Oz, que significa coraje. Amos Oz es un escritor judío que fundó el movimiento pacifista Shalom Ajshav “Paz Ahora”. Defendió la solución de los dos Estados: Palestina e Israel. Murió en 2018 pero su mensaje está vivo. Oz no es el único, son muchos los que critican y se manifiestan contra Netanyahu, contra su gobierno, contra su ejército, contra las acciones brutales y atroces. Entre Hamás y Netanyahu, entre el terrorismo islamista y el sionismo, existen muchos Oz que anteponen la cultura a las armas, la educación a la dictadura, el dialogo y la escucha al insulto.
La semana pasada recibí una gran alegría cuando la Academia Israelí de Cine y Televisión otorgó los Premios Ophir, “los Oscar de Israel”, y su máximo galardón fue para la película The Sea. Su protagonista es un niño palestino que realiza un peligroso viaje para conocer el mar. Muhammad Gazawi, con 13 años ha sido el galardonado como mejor actor de reparto. The Sea es el ejemplo claro que la colaboración entre palestinos y judíos es posible y da buenos frutos. Su producto Baher Agbariya expresó en árabe: “Disfruté mucho el rodaje de la película. Deseo que todos los niños del mundo tengan la misma oportunidad: vivir y soñar sin guerras”.
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