Paco Guerrero
De Regalarte
Vivimos tiempos difíciles, de eso no cabe la menor duda, y nos empeñamos en hacer que las cosas aparezcan cubiertas de sensacionalismos para que la atención revierta en aquello que, pensamos, pueda tener mayor audiencia o rédito político. Y nos empeñamos en ponerle adjetivos a casi todo, como para particularizar e incidir en una idea que queremos que sobresalga.
Así pues, llegamos a la violencia y la vamos poco a poco llevando por el cauce que creemos nos va a ir mejor. Violencia de género, violencia sexista, violencia familiar, violencia homófoba, violencia callejera, violencia escolar… Todo es violencia y todo es igual de despreciable. Si hay reyertas a la salida de una discoteca y llega a morir un joven, ¿qué nombre le pondremos a este tipo de violencia? ¿Violencia discotequera? No veo apropiado andar poniéndole apellido a un acto tan deleznable como atacar y agredir a otra persona.
Todo tipo de violencia es igual de condenable. Además, todo aquel que agrede a otra persona en la calle o en un lugar público, luego será capaz de agredir a su compañera o a su hijo. La sociedad debe de ir en contra de la violencia, sea quien sea el que la ejecuta, hombre o mujer. Si queremos una sociedad más pacífica, debemos empezar desde los cimientos condenando todo tipo de agresión. Hagamos y exijamos entre todos unas leyes menos permisivas a la hora de condenar todo tipo de violencia. Pues la violencia merma nuestras expectativas y nos embrutece. Aquel hombre que en una discusión de tráfico saca un cuchillo o una barra de hierro, luego en su casa rompe el plato y aporrea la mesa; después acaba señalando el rostro de su mujer con saña, porque sabe que en esta jungla de asfalto la violencia campa a su aire, y no hay quien le ponga el cascabel al gato. Sino vean lo que ocurre en las aulas y como la niña Sandra ha encontrado refugio en la muerte porque sus acosadores tenían plena libertad de acción y a nadie le interesaba abrir expedientes o investigar conductas violentas. Una niña de cinco años es acosada y atacada por que sufre alopecia. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuáles son nuestras metas sociales? Es sabido que el hombre no es un cúmulo de virtudes, pero una sociedad avanzada como la nuestra debe de saber y poder hacer que el hombre sea cada día más humano, sino es que no avanzamos.
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