Las frutas de Mateo

La persona formada tiene el deber ético de rebelarse contra este fascismo redivivo, más allá de considerarse marxista o liberal

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”... Uno revisa constamente sus posiciones y sabe que no puede tener seguridad sobre nada, porque hasta lo que parece que hemos mantenido se ha metamorfoseado para ser lo que hoy creemos que fue. El signo de nuestro tiempo es el desprecio de los procesos sin fin que llevan al conocimiento, inalcanzable; por poco que una se dedique con rigor a cualquier campo sólo descubre la motivación infinita y el vértigo que supone saber que no hay término para la labor.

Hoy, empero, el lema, el lugar común, lo superficial, la imagen, el himno, la consanguinidad o el símbolo se imponen con fiereza al trabajo, al análisis, la tolerancia y la dignidad entendida como singularidad irrepetible, la masa fagocita para transformar lo social en amalgama de intereses sin fundamento. Canetti y Ortega, verbigracia, dedicaron estudios a la masa, uno intentando comprender sus mecanismos, el otro para caracterizar su propio clasismo...

Yo creo que es época de compromiso. Hace mucho que estoy alejado de esencialismos y verdades, las dejo para sacerdotes, porque creo que es más honesto centrarse en detectar el mal, evitarlo en lo posible, nada más peligroso que un vidente que se asoma al Absoluto. Para mí lo intelectual sólo tiene sentido como coherencia, uno tiene que aplicar la máxima ilustrada de calcular la consecuencia universalizada de sus posiciones y si el fruto genera sufrimiento: evitarlo.

Prima el enjuiciamiento, el doblar los argumentos para que canten La Traviata. No recuerdo un momento político peor en mi tiempo vital, porque siempre nos han mentido y han trabajado para sus organizaciones e intereses, por eso yo, que soy gerifalte vocacional, nunca he participado. Mas repugna a la razón oírles, perdida toda vergüenza, lanzar la propaganda más pringosa y rastrera no para sobrevivir, lo entendería, sino con el cálculo ingenieril de mover grupos de opinión, unanimidades, de hacer masa ¿con qué intención?

La persona formada tiene el deber ético de rebelarse contra este fascismo redivivo, más allá de considerarse marxista o liberal, caras complementarias de la misma moneda; debe pensar esta época en ciernes porque cuando ocurra la tragedia, cuya forma y contenido aún no conocemos, habremos sido humanistas o colaboracionistas y no cabrá la posición intermedia, eso de “Yo no soy ni asesino ni víctima”. Descalificar el sistema cuando nos desfavorece no es analizar, criticar, reconstruir, es desnaturalizarlo para cambiarlo por sabe dios qué, puerta de violencias. Los salvapatrias que tan claro lo tienen todo son nuestros futuros asesinos, no lo duden, llevan años construyendo sus justificaciones, eso es fascismo. “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre […]?: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

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