Lotta Continua
Francisco Silvera
Una modesta proposición
Se está consumando la imposición del neofascismo, ultrarreaccionarismo o como queramos llamarlo; ahora estar en contra del Gobierno es imposible, uno no puede criticar sus decisiones sino que debe pedir la cabeza del Presidente, su entorno, identificar como enemigos de la patria desnortados a sus votantes; da igual lo que hagamos el resto, los actos que no son de la gracia de estos fanáticos pasan a ser actos de ataque, actos enemigos, y así se justifican todo.
Si un descerebrado ejecuta un crimen contra un agitador de la violencia, racista, supremacista, fanático religioso e insultador profesional, de repente los pecados de éste se lavan y los de aquél mancillan al mundo libre que criticaba al canalla y sus colegas de barra. Al colocarse los violentos como víctimas estructurales, el resto somos enemigos abatibles. Esto lleva al PP, a los otros ni los nombro, a una estrategia suicida: no conoce nadie cuál es su alternativa de Gobierno, sí sabemos que los conceptos de “manifestación, violencia callejera, libertad, genocidio, terrorismos, justicia, igualdad, guerra, persecución...” dependen, al parecer, de la definición que esa mañana sus argumentarios empleen. Van elevando la apuesta.
Hasta ayer, una manifestación con un evento suspendido, dos detenidos y veinte policías alcanzados por objetos arrojadizos, no era más que un acto democrático difícil de gestionar pero “normal”; ahora (pienso en ese cuerpo colgado de una barandilla con medio tórax arrancado de cuajo) equivale al asedio de Sarajevo; el escándalo internacional de los crímenes de un Netanyahu perseguido por delitos de corrupción de auténtica miseria, no es más que una situación no deseable que debemos tratar con prudencia; o decir que uno comparte los motivos de una protesta es ser su promotor, aunque sea este mismo cargo el responsable de la represión de la misma.
Si el sentido común estuviera funcionando, entre la risa y el asco habría una reacción. Lejos de eso, la demagogia pura, la falta de criterio propio, el deseo libidinoso del ejercicio de la violencia contra los identificados como enemigos, se imponen entre gentes que ni tienen motivo ni necesidad ni... La frustración, el tedio, la decadencia del rico hastiado de su vida licenciosa llena de vicios iterados, tienen hoy más valor que cualquier reflexión, rasgo humanístico o cultural. Dónde está Alá, dirán las víctimas. Falsos profetas (pleonasmo) contestarán. E inclinando la testa, exhalamos el espíritu.
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