Europa ha muerto

12 de septiembre 2025 - 03:06

El fascismo actual es la xenofobia, por eso usted no sabe que es nazi. Ya no perseguimos razas, perseguimos a gente de fuera que es pobre y quiere vivir; por eso el Gobierno de Israel no sabe que es genocida como lo fue el de Alemania en los 40. No, no sabemos, buscamos los uniformes de los asesinos... y los turistas, las gastronoséqué, las “influencers” analfabetas funcionales, los nuevos puteros virtuosos del pene medicado... somos los culpables.

Justificamos cualquier sevicia para mantener nuestra molicie. En eso hemos convertido la “Grandeur” de nuestra ilustración y los derechos humanos. La decadencia del humanismo es el signo de nuestra época; el mercado, la expresión indirecta de nuestra violencia natural, ha sustituido al artificio de la razón: el intento imposible de regular nuestras frustraciones. Nos reímos de Freud, despreciamos a los “intelectuales” porque hemos naturalizado la violación como forma de relación, no interesan los porqués.

Avanzo y la sensación de desesperación y asco me inundan. Se imponen los canallas como paradigmas de lo humano; individuos, tipas que sólo tienen como mérito la demencia por falta de visión, exponen sus vergüenzas como orgullo y nuestra juventud imita su estulticia. Han conseguido, casi, que la mayoría social renuncie a la democracia imponiendo un gusto por el autoritarismo que es trampa mortal: vendrán contra todos. Se ha coronado la estupidez como forma de comportamiento defendida con violencia; los partidos tradicionales gobiernan robando y las oposiciones buscan desesperadamente ocupar los lugares de los emergentes pero sin la gracia de la porra y los cristales rotos, un esfuerzo patético que los desvirtúa aún más.

Habría que preguntarse a quién beneficia todo esto. Y sólo hay una respuesta: a las dictaduras mercantileras y mafiosas, entre las que USA es un esperpento decadente en huida. El dinero es la sangre de la sociedad, y se está acumulando en zonas concretas... el estallido, la necrosis son inevitables, China, Rusia y otros adláteres gigantes se frotan los bigotes.

Hemos destruido el futuro. Soy pesimista. Pero, de repente, quiero despertar de otra manera y sé que la imagen del mundo la generan ellos, que hay una mayoría en marcha que sólo busca vivir, ser feliz, disfrutar sin aplastar (quizá porque no pueden), que el mundo es más amable de lo que quieren éstos y hay que tener una esperanza para poder seguir. Viva el amor, ¿no?

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