Algo de esperanza en Gaza

La extrema derecha de Israel que ha gobernado con el nefasto Netanyahu ha venido impidiendo cualquier esperanza de paz

El pasado 7 de octubre Israel sufrió uno de los peores ataques desde su fundación como estado independiente en 1948, causando un número de fallecidos cercano a 1.200. Unas 250 personas, hombres y mujeres de todas las edades, pero también niños, fueron secuestrados por el grupo terrorista Hamas. La respuesta de Israel fue inmediata. De forma absolutamente desproporcionada sitió la franja de Gaza, de donde habían venido los ataques terroristas, bombardeándola con una crueldad rara vez vista en conflictos militares, a la altura del fanático Putin, con una ferocidad ciega sin respeto alguno por las reglas y principios del derecho internacional humanitario, sin distinción de civiles y combatientes, con instalaciones sanitarias como objeto de operaciones y ataques militares y cortando suministros básicos como agua, combustible, electricidad y alimentos a la población civil. Parece más una respuesta basada en la venganza que en la utilización del derecho de legítima defensa. Una vez más las puertas del infierno se abrieron en Oriente Medio. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, después de condenar los atentados terroristas y el secuestro masivo confirmó que el ataque no había surgido de la nada, denunciando el encierro en Gaza de la población palestina en condiciones miserables durante años en condiciones terribles, privándoles de toda esperanza de futuro y haciendo inviable el plan de partición en dos estados de Naciones Unidas. En otras palabras, durante años, la extrema derecha de Israel que ha gobernado con el nefasto primer ministro Netanyahu ha venido impidiendo cualquier esperanza de paz en Oriente Medio. Y hay que sumar la infausta política exterior del presidente Trump, que apoyó los asentamientos ilegales en Cisjordania y la renuncia a apoyar la causa palestina por parte de algunos países árabes, como Marruecos.

El anuncio ayer de cuatro días de tregua con canje de rehenes por presos y la entrada de cientos de camiones de ayuda humanitaria en la franja de Gaza es el mejor éxito diplomático desde que se iniciaron los ataques y arroja un pequeño rayo de esperanza en la oscuridad del terrible conflicto. La mediación internacional, principalmente de Estados Unidos, Egipto y Qatar, ha sido determinante. Sería deseable que fuera el principio de una movilización internacional que sirviera para reconducir la situación militar, abrir canales de dialogo y buscar una solución que aspire a ser definitiva al conflicto en Oriente Medio. Esta solución solo será viable si al pueblo palestino se le reconoce su derecho a existir y disponer de su propio estado e Israel comprende que la garantía máxima de seguridad no es aplastar a los palestinos, sino encontrar una fórmula que permita convivir con ellos de forma pacífica.

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