Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Discrepar no es insultar. Discrepar es argumentar, exponer y criticar, pero el insulto lo único que crea son trincheras. Pienso que la discrepancia hace crecer a los dos; el insulto, que es respondido con ultraje o afrenta, embarra a ambos. Por desgracia, en nuestra política, desde la local a la estatal, son pocas las exposiciones argumentadas bien enlazadas con oraciones subordinadas y muchos los insultos insípidos y simplones, de un nivel del primer ciclo de primaria.
Todos necesitamos la crítica, que debe ser energía para continuar trabajando. Por ejemplo, entre las distintas críticas que recibí a mi anterior columna: “te mojas poco”, “es muy corta” o “no te defines”.
La que más me gustó fue: “El artículo del bullying bien, a secas. Lo esperaba con más mordiente. Los protocolos fallan, el profesorado y, sobre todo, los equipos directivos no saben cómo gestionarlos, la Administración no da soluciones salvo el gran fracaso de tener que cambiar de centro al alumnado acosado. Esa fue mi experiencia en distintas décadas y aún me duele la ineptitud que tuvimos cuando veo a esos alumnos que tanto sufrieron y que tuvieron que huir del terror”.
Él puede tener razón. Yo hablo-escribo como simple maestro, él tiene la experiencia de décadas de experiencia como parte del equipo directivo.
La violencia de los adolescentes, de los niños, parece que va en aumento en los últimos años. El suicidio de Sandra, por desgracia, solo es la punta del iceberg. Del iceberg solo vemos el 10%, y el 90% se encuentra oculto bajo el mar, donde tenemos otros y otras Sandras. Esto no se arregla con un día de manifestación. La violencia escolar es un puzle muy complicado que nos exige un trabajo en equipo; mejor dicho, un trabajo colaborativo. No es lo mismo trabajar en grupo o en equipo, donde cada uno tenemos nuestra faceta, que trabajar cooperativamente todos juntos (familia, centro y Administración).
El primer paso es el ámbito familiar. Allí se amamanta la tolerancia o el racismo, el respeto o la homofobia. Pero tampoco podemos decir que el colegio es solo para enseñanzas académicas, porque la socialización es parte fundamental en la formación integral.
Si nuestros gobernantes son maestros del insulto y del desprecio, poco podemos hacer. Se legisla con el ejemplo.
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