Paco Guerrero
De Regalarte
Sigue sorprendiendo la facilidad con que nos hemos acostumbrado a vulnerar la privacidad ajena. Ocurrió, por ejemplo, con Rajoy y sus sms; ocurrió con los chats de la Manada, y ahora ocurre con el intercambio de whatsapps entre el presidente Sánchez y el ex ministro Ábalos. A ello se añade que la desinhibición y la franqueza de tales comunicaciones no obran en favor de quienes se ven así expuestos. Dicho lo cual, lo que se expone por encima o por debajo de los whatsapps presidenciales no es otra cosa que la naturaleza del poder; y en concreto, aquel binomio amigo/enemigo que Schmitt introdujo en la política alemana de la primera mitad del XX. La cuestión, una vez más, es quién encarna al enemigo. Y el enemigo –pero no el enemigo ceremonioso y atento de Gila– es, según parece, el propio partido.
Decía Sartre, quizá equivocadamente, que “el infierno son los otros”. Pero leyendo las comunicaciones presidenciales, la conclusión es exactamente la contraria y viene a dar la razón a Winston Churchill. Según advertía el político británico a un joven parlamentario, en la bancada de enfrente se halla el adversario; “el enemigo se encuentra a nuestras espaldas”. O sea, en la bancada propia. Esta misma evidencia es la que parece desprenderse del cruce de órdenes y desahogos presidenciales, dirigidos a su escudero Ábalos. El modo en que trata de sofocar a los barones díscolos, o el desprecio con el que considera a su antiguo vicepresidente Iglesias, no nos permiten equivocarnos a tal respecto. El presidente Sánchez se considera un jugador astuto y riguroso en el juego del poder; y parece que no le incomoda su ejercicio. De esa particular visión de sus atribuciones, podrían extraerse algunas enseñanzas que no caben en estas líneas. Sí es fácil advertir –al menos en la parte publicada– que la oposición no es el tema principal de sus cuitas. El presidente Sánchez se muestra muy atento a lo publicado y a lo dicho en los medios de comunicación; pero de manera principal, a lo publicado y a lo dicho por los suyos.
A este respecto, el nuevo papa, León XIV, ha declarado algo de suma importancia; pero también de una extraordinaria y profunda belleza, referido al libre ejercicio del periodismo: “Desarmar la palabra es desarmar el mundo”. Un hombre ayuno de palabras es alguien sumergido en una masa caótica y amorfa. De ahí la importancia seminal de la educación. En cuanto al presidente Sánchez y sus whatsapps, cabe decir que es su palabra, como un rayo fulmíneo, quien otorga un sentido y un orden a sus huestes.
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