Un café con Paula

Paula Igartua

El duelo y factores de riesgo durante el Covid-19

Cada persona hace el duelo de la misma forma que vive y siente el vínculo con los demás, por lo que cada duelo es único

Paula Igartua.

Paula Igartua.

Mucho se está hablando en estos días sobre el duelo por la pérdida de un ser querido. Pero, ¿qué es realmente el duelo y cómo identifico si lo que me pasa es un duelo o algo más? El duelo es el proceso natural de adaptación emocional ante la pérdida de algo que amamos. Podemos tener un duelo por haber perdido un empleo, una pareja, un cambio de ciudad... y por supuesto, pasaremos por un duelo al perder a un ser querido.

Cada persona hace el duelo de la misma forma que vive y siente el vínculo con los demás, por lo que cada duelo es único. Podemos tener una reacción de bloqueo, de hacer como si no pasara nada, podemos llorar de forma desconsolada durante días, podemos llorar y reír recordando momentos vividos con la persona que ya no está en nuestra vida, etc. Hay tantas reacciones como personas.

Sin embargo, el duelo es algo que preocupa a la sociedad desde el principio de los tiempos y por ello se han estudiado mucho las reacciones ante él. Existen muchos modelos que describen fases, es decir, estados por los que vamos pasando de forma natural todas las personas, aunque tengamos reacciones diferentes unos y otros. El más conocido de ellos tiene cinco fases, que son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Para que un duelo sea sano pasamos por cada una de ellas, no de forma continua, sino que se irán mezclando hasta que consigamos vivir con esa pérdida disfrutando del día a día. 

Existen motivos para que un duelo se enquiste o complejice, es decir, que pueda volverse crónico o que desemboque en un trastorno depresivo. Es importante saber cuáles pueden ser esos factores de riesgo para observarnos. El no poder despedir el cuerpo, que la pérdida haya sido muy inesperada y repentina, la pérdida temprana de un progenitor (infancia o adolescencia), ser una persona aparentemente independiente, tener mucha necesidad de cuidar a los demás, haber sufrido otra pérdida en el mismo año o tener un duelo mal resuelto previamente, el sentimiento de culpa, tener antecedentes de padecer un trastorno mental previo, insomnio crónico o no tener apoyo social pueden producir que el duelo se complique.

Durante esta crisis nos encontramos con al menos dos de estos factores de riesgo, no poder despedir el cuerpo y la pérdida repentina. Por lo que es muy importante que sepamos qué es un duelo natural y cuando empieza a ser patológico, así como que existen formas de sanar esa herida que nos producen estos acontecimientos.

En un duelo que se vuelve patológico existe un anhelo inconsciente de la persona, muchos autorreproches, cuidado excesivo de otras personas que queremos, sigue la incredulidad de la pérdida, aparecen síntomas físicos, sigue la culpa presente, no se habla del fallecido, se mantienen sus cosas, persiste el estado de ánimo triste, falta de energía o la ideación suicida, entre otros.

Por ello, algo primordial es poder expresar nuestro dolor, llorarlo. Las lágrimas son la medicina natural del cuerpo para sanarnos por dentro, por lo que son las más necesarias, pero debemos darles un sentido. Contar nuestra historia de amor con la persona que se fue, poder compartirla. También poder organizar una despedida, un ritual. El funeral es importante porque se desvanece la incredulidad, manifestar en público el dolor, permite que otros miembros se enteren de la pérdida y acudan a apoyar. Por lo que organizar este tipo de actos vía online, aunque haya pasado un tiempo desde la pérdida puede ser beneficioso.

Se ha demostrado en estudios que el consumo de antidepresivos durante un duelo lo complejizan, es como si congelaran lo ocurrido, como si aletargasen unas emociones necesarias y naturales para poder vivir el momento que nos ha tocado y así integrarlo en nuestra experiencia de vida. Nuestra sociedad actual quiere pasar de puntillas por el dolor, nos hace pasivos, como si no pudiéramos ser partícipes de nuestras propias emociones, sin saber que es necesario poder sentirlo para después conseguir sentir de nuevo felicidad.

Es por ello que debemos acoger la visión del duelo como un proceso de tareas y de afrontamiento. El duelo es un trabajo, y como en cualquier trabajo necesitamos ser activos. Debemos trabajar ese dolor y recolocar emocionalmente a la persona ausente para poder seguir con la vida. Los sentimientos del duelo son dinámicos, y oscilan entre la pérdida (la necesidad de hablarlo, oler las cosas de esa persona, llorar…) y la reconstrucción (poder mirar al futuro, disfrutar de lo que tenemos alrededor…), es como inspirar y expirar, necesitamos ambas cosas para vivir, y es importante entenderlo así para dejar de sentir culpa por sonreír y ser felices.

Para entender el duelo tenemos que dejar de utilizar expresiones como superar, olvidar, pasar página, aceptar… se trata más bien de aprender a vivir con la pérdida, recordar, crecer, dar sentido a nuestro dolor, aprender a amar de una forma nueva, entendiendo que el amor no termina, solo cambia su manera de existir en nosotros.

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