José Luis Ábalos se ha plantado. No renuncia al escaño porque, explica, quiere defender su honorabilidad. Tiene razón Ábalos cuando dice que no está imputado, su nombre no aparece en los informes de quienes investigan el caso Koldo, ni tampoco se han publicado testimonios que confirmen su participación en la trama creada en torno a Koldo García para comprar mascarillas en plena pandemia a cambio de sustanciosas comisiones.

Koldo era el hombre de máxima confianza de Ábalos y a nadie le cabe en la cabeza que pudiera actuar sin informar a quien había sido su jefe durante años, lo promovió a las alturas y lo metió en los círculos de poder, incluso en el de Pedro Sánchez. Pero en buena ley tiene derecho a defenderse, y la reacción de Moncloa y Ferraz, con ultimátum incluido, ha sido tan desaforada que provoca sospecha. Que la presidenta del Congreso diga que el caso le da “asco”, no es la expresión más acertada en quien siendo presidenta de Baleares no estuvo alerta cuando se publicaron noticias sobre la prostitución de menores que estaban bajo la tutela de su Gobierno. O cuando compró las mascarillas que le ofreció Koldo sin que nadie de su equipo se preocupara de hacer las indagaciones necesarias. Tampoco las hizo el entonces presidente de Canarias y hoy ministro de Política Territorial, ni el ministro de Interior.

La cosa se complica para Pedro Sánchez, porque Ábalos no es un adversario difícil de tumbar. Puede llevarse por delante biografías que conoce muy bien. Incluida la del presidente del Gobierno.

Sánchez no ha medido las consecuencias de buscar como chivo expiatorio un ex colaborador decidido a defenderse porque se siente traicionado. Ábalos es probablemente el miembro del PSOE que mejor conoce la trastienda de Pedro Sánchez, por qué ha encumbrado a determinados personajes y eliminado a otros, qué ha estado negociando con los independentistas, por qué y por qué ha elegido a Santos Cerdán para negociar lo innegociable con Puigdemont. Ábalos sabe por qué tuvo que acudir, con Koldo, a reunirse en Barajas con la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, y posiblemente él y Koldo son los únicos españoles que conocen el contenido de las maletas que llevaba en su avión.

Los jueces que investigan los negocios de Koldo determinarán si finalmente José Luis Abalos, como cree casi todo el mundo, estaba o no en la trama de las mascarillas pero, de momento, lo que debe preocupar a Pedro Sánchez es que Abalos se ha convertido en el mayor peligro público para el PSOE actual. Por eso se percibía estos días un miedo inconmensurable a lo que pudiera desvelar.

Ahora habrá que estar atentos a lo que haga o diga el antaño poderoso José Luis Ábalos.

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