Dibujar la historia

13 de diciembre 2025 - 03:07

Desde siempre se ha acusado a los regímenes totalitarios y vencedores de guerras de reescribir la historia para adaptar el relato a sus pretensiones, para así moldear las sociedades sometidas a su antojo. Pero, ¿qué podemos decir sobre dibujar la historia? Pues supone un peligroso precedente.

Me explico. Hace unas cuantas semanas, volvía de mi habitual y largo paseo por la playa de El Rinconcillo cuando observé, tirado en lo alto de una pila de cajas junto al cubo de la basura, un libro de Historia para tercer curso de la ESO. Lo ojeé y le mandé una foto por Whatsapp a mi querido amigo e historiador Sergio Fernández Uceda –por cierto, a quien también tienen la posibilidad de leer en estas páginas–. “Mira, seguro que explican el tema de Franco con dibujitos”, le bromeé junto a la foto.

Al poco, comenzó a responderme con recortes de material para Secundaria en los que los principales protagonistas de la Transición eran caricaturas de cómic. Santiago Carrillo parecía una tortuga ninja; Felipe González se gastaba unos morritos que ni el mejor de los esteticistas a pinchazo limpio y Adolfo Suárez se presentaba como un auténtico galán repeinado.

Todos aparecían junto a escuetos comentarios de lo que hicieron, como si fuera posible resumir en una cajita de texto cómo se desmontó –no sin sangre derramada– el aparato del franquismo que había mantenido subyugado a todo un país durante cuarenta años.

Entre semejante contenido absurdo y pueril y que los temas de la historia reciente de España casi nunca se tocan porque se acaba el curso, ahora tenemos la generación de jóvenes más proclives a votar a la ultraderecha. “Vivimos en una dictadura”, proclaman muchos haciendo un paradójico uso de sus derechos democráticos.

Parece ser que la rebeldía ha cambiado de bando porque la izquierda no resuelve sus problemas (el precio de la vivienda, trabajos cualificados malpagados...) y esto supone un peligroso caldo de cultivo para discursos reaccionarios, excluyentes y cargados de odio hacia la diversidad. Si esto sigue creciendo sin generarse ni promoverse un pensamiento crítico en la sociedad (hacia ambos lados), cuando seamos conscientes será demasiado tarde. Y entonces los dibujitos pasarán a ser una triste anécdota en un mundo más triste y gris, en blanco y negro, como sucedía en el franquismo.

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