15 de febrero 2025 - 03:06

Soplan desde el Ministerio de Educación vientos de ignorancia que mecen al desdichadito chaval al que, ay tanta Play, ay tanto Instagram, no le salen las derivadas y se embrolla con la sintaxis. Alegría es su apellido, pero trae penuria cerebral para los que vienen y cumple con los preceptos orwelianos de sus antecesores. Si en el Londres distópico el Ministerio de la Verdad manipulaba, en las Españas el Ministerio de Educación deseduca y malcría: pocos sectores más maltratados que este por las veleidades de una clase política cada vez más mediocre y “sin tiempo” para leerse unos parrafitos.

El caso es que se abren las puertas de acceso a la FP a toda la caterva de chaveas que presenten “evidencias” de que tiene unos “conocimientos mínimos” de matemáticas, lengua y tecnología. Circulan ya leyendas sobre dónde pone el personal el límite entre el entendimiento necesario y el excesivo porque ahora se dejará de exigir el papelito oficial y la recomendación del profesor buena gente.

Habrá, pues, que cambiar la nomenclatura educativa y quitarle esa “O”, tan terrible para el mozo hiperfelicitado, a la Educación Secundaria porque a este podrá ya mamá enseñarle en casa tres multiplicaciones, una letra to guapa del Word Art y un poquito de silabación; apuntarlo a un curso de Magic English y lanzarlo a la vida laboral a darse altas dosis de hostias de realidad. Hay algo peor que un crío frustrado porque no le sale la raíz cuadrada: un hombretón frustrado con 33 porque el sistema, a base de paternalismos, le ha evitado los reveses toda su vida tratándole como un pobrecito.

Se nos ha ido el país de las manos y desde los pasillos han decidido que la única palabra que rima ya con reversión es degradación. Las oposiciones light, de temario ligero y examen oral de concurso de Disney Chanel, vienen a paliar la falta de previsión de que, de repente, vaya por Dios, al funcionario le dé por envejecer y jubilarse; las puertas abiertas a la FP, sin un San Pedro que te pida hasta la interevaluación, llegan para demostrar la humillante claudicación ante el adolescente que nos impone la manera de educarlo y confirmar que el profesorado de la enseñanza básica ha perdido ya para siempre su virtuosismo. Búsquese otro trabajo, le dicen; vaya a enseñar a TikTok y conviértase en @kikeprofesor, le recomiendan; eche currículum en la Europea, pinta y colorea, le sugieren. Qué pena que la izquierda, que siempre se ha arrogado las lecciones de cultura e intelectualidad, contribuya a tejer la telaraña de una mente cada vez más holgazana; qué pena que esta izquierda, gran azote de la privatización, prestigie la educación limpiándole el orto y acariciando muy despacito a un chaval que mañana, cuando crezca y esté sentado en el váter, se dará cuenta de que ya no tiene quien le escuche.

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