Los discursos públicos, ampliados a los medios de comunicación, parecen girar en torno a dos expresiones un tanto cansinas: "Una nueva mirada", "Es necesario un nuevo relato, una nueva narrativa". Expresiones que con sus variantes aparecen por doquier. Lo cierto es que aquí estamos, mirando y "relatando".

Sinceramente, no sé qué se puede mirar en este momento sin que los ojos se te inunden de lágrimas por la rabia contenida. Cambiar la mirada, expresión que se inscribe en el territorio de la inteligencia emocional; es conveniente cuando la realidad nos aplasta. Aunque no basta con cambiar nuestra forma de "ver", hay que pasar a la acción, especialmente cuando oímos discursos excluyentes, o acciones encaminadas a hundir más a los que ya viven en el pozo del abandono, ese lugar o no lugar, del que tan difícil resulta emerger. Algunos seguidores de las teorías que se acercan al "largoplacismo" radical", -esa nueva oleada que encubre pensamientos peligrosos adornados con millones de dólares-, piensan que la única manera de tener un mundo más igualitario, más pacífico, es anulando las ayudas sociales a quienes las necesitan; abandonando a su suerte ante las catástrofes a aquellos seres humanos que mueren de hambre; así los pobres irán desapareciendo poco a poco de la faz de la tierra y ellos, los "largoplacistas," dominarán el mundo haciendo negocios muy rentables. Cuentan con la bendición de Elon Musk y de algún filósofo de Oxford que se aburría con tanto pensamiento metafísico y cambió su forma de analizar la realidad tras el último brote sicótico que padeció a consecuencia de la falta de sol. (Más información en Enrique Zamorano. El Confidencial. 16/XI/2022) Esa respetada universidad da para todo.

"Un nuevo relato; una forma diferente de contar lo que sucede", da escalofríos cuando uno escucha pronunciar esas frases por voces que rezuman hipocresía. Nada que objetar a aquellas personas que utilizan esas palabras con el fin de conocer la verdad, no sé si son muchas o pocas, pero las hay. Menos aún que objetar cuando se trata de ficción, de literatura. En ocasiones, el "nuevo relato" es una sucesión de trolas que solo pretenden confundir, destruir al rival, ya sea político, empresario o médico. Detrás de esas noticias surgidas, en algún despacho elegante o en un club de alterne, se pretende la desinformación de la gente, para que no se molesten en pensar por sí mismos. Debo reconocer que en ocasiones son historias bien construidas con un fondo de maldad que se parapeta en las voces de quienes las transmiten utilizando tonos suaves o abiertamente agresivos, para que la persona que esté siguiendo la comparecencia del "mindundi de turno", pase de la calma a dar un salto y llene de macarrones con tomates su recién instalado parquet o tarima flotante.

Seguiremos mirando y narrando para no quedar fuera de juego. ¡Somos tan dóciles! No obstante, tengo la sensación de que al final, la única mirada posible es la que dirigimos al horizonte, pensando que no hay límites, aunque sintamos en nuestras espaldas, cada día, una existencia más limitada.

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