Paco Guerrero
De Regalarte
Cada época tiene sus monstruos. Mientras zampo unos deliciosos tollos con tomate, comida marinera, miro ahogándose a unos inmigrantes en Canarias justo antes de saltar a tierra, el rostro sorprendido de un niño que siente un miedo limpio, ése que buscan los místicos en su vuelta a la Naturaleza.
Somos cómplices de esta barbarie. No abogo por la desregulación de las fronteras, ni siquiera por eso de la tolerancia, pues sólo conozco la del librepensamiento y ésta viene determinada por las leyes, yo no miro qué hacen los demás: pero si no se cumplen los principios constitucionales, lo siento, esto es el Estado español. Si aplicáramos esto, ni nosotros... ay.
Europa sigue cavando su fosa mientras los tribunales norteamericanos empiezan a mostrar a Trump el rostro de las democracias: no puede hacer su voluntad si no está encarrilada en la legitimidad del Estado. La dictadura llega cuando alguien abrevia y exclama: “El Estado soy yo”. Nosotros dejamos crecer la ignonimia en una pretenciosa y falsa posición de centro: “Yo no soy ni dueño ni esclavo” decimos, “No opino, no me meto en política”, y mientras los gobernantes de Israel o Rusia o, no seamos cínicos, de tantos y tantos conflictos que no son mediáticos se financian con nuestra pasta.
Si el ataque de un país a otro supusiera el procesamiento inmediato de los responsable con penas ejemplares, si las declaraciones de guerra implicaran la negociación directa y personal de los responsables hasta solucionar la pendencia, con el procesamiento inmediato y con penas ejemplares si no se hallare solución negociada, todas estas mentes asesinas se estarían dedicando a otra cosa en vez de a gobernar. El asedio usando el hambre con bombardeos, este trasvase de Stalingrado a Gaza, es insoportable y todo lo consentimos porque lo único que determina nuestra humanidad es la pela, ya lo dijo nuestro barbudo Karl, la estructura condiciona la ideología alienante, coño. El riesgo de un exceso de “realismo político” es que evidencia las faltas, la política de verdad es cálculo de sostenibilidad, de supervivencia, no morder y tragar como jaquetones ciegos. Que algunos políticos sean unos golfantes no sorprende, que estemos en la dinámica de imponernos sin importar cómo hundir a los otros es lo que llevó a los pactos con Hitler y lo encumbró como alternativa pragmática. Somos cómplices de esta trituradora de carne, sólo cambios estructurales que han de venir de la extinta educación pueden... ¡bah!
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