
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Ni contigo ni sin ti
Estas últimas semanas he tenido muy presente el magnífico libro El ensayo de la ceguera, de José Saramago. Este texto crítico con la sociedad, aunque se escribió en 1995, es muy actual. Su dura y cruda metáfora es muy tangible con los acontecimientos que estamos subsistiendo. Vivimos una epidemia de ceguera y lo peor es que creemos que percibimos los acontecimientos con claridad. Pensamos que tenemos la información más rápida y autentica de la Historia, pero nos engañan con vulgares fábulas como a niños pequeños.
España es un Estado del primer mundo, miembro de la comunidad europea, de la OTAN, pero las infraestructuras no aguantan, y no hablo de la Dana de Valencia, donde aún “gobierna” Carlos Mazón, sino de muchas calles de nuestras ciudades, de techos con goteras de nuestros colegios, de carreteras nacionales y autopistas que han tenido que cerrar, etc. Y no es por falta de dinero, porque despilfarros económicos en obras faraónicas los tenemos de todas las Administraciones. En cuanto salen dos rayos de sol dejamos de ver estos problemas y no exigimos más inversiones, sobre todo en infraestructuras hidráulicas.
El gran problema de la vivienda parece solo una estadística, poca reivindicación oímos en la calle. Curiosamente muchas ciudades tienen urbanizaciones fantasmas abandonadas a la espera de un nuevo boom especulador.
El rearme, o llámelo como quiera, es imprescindible. Nuestros vecinos del norte están temiendo, actuando, incluso los verdes alemanes; mientras, nosotros dormitando en el sur, no nos percatamos del mayor problema que en la actualidad tiene Europa.
Las listas de espera de la sanidad andaluza son continuamente “falseadas”. Te dan una fecha, pero cuando esta se acerca en el calendario, te llaman y queda anulada, dándote una nueva. En el mejor de los casos, cuando al final te atiende el especialista, quedas tan cegado por la sorpresa que se te olvidan los meses de espera.
Los rellenos del litoral de levante, en Gibraltar, sobre aguas españolas, con rocas de Casares, están alterando el litoral, y con toda seguridad tendrá un impacto irreversible. Sin embargo, todas las administraciones se hacen las ciegas, ¿o serán ciegos auténticos?
Mal camino es el que puede recorrer un pueblo ciego guiado por gobernantes aún más cegados.
El mayor apego que tienen los políticos no es a su ideario, que es muy variable, es a su sueldo, a su sillón, y es el pueblo quien los nombra.
Menos mal que ya estamos en tiempo de ensayo de cuadrillas. Es muy relajante escuchar las marchas, aunque sea en un viejo casete. Y sobre todo ver a ese grupo de hombres y mujeres trabajando juntos, de forma cooperativa. En esos momentos salgo muy animado.
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